Gustavo Petro, el presidente de Colombia, ha levantado polémica en la escena internacional con sus recientes declaraciones sobre la situación política en Venezuela. En una entrevista realizada durante su visita a la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, Petro afirmó que «un país bajo sanciones económicas no es libre para votar». Esta declaración resuena en medio de las tensiones post-electorales que persisten en el país vecino, y refleja una postura crítica hacia las impuestas por las medidas grandes potencias a la nación sudamericana. Para Petro, las sanciones han condicionado profundamente el ambiente político y electoral en Venezuela, limitando la capacidad del pueblo para ejercer su derecho al sufragio de manera justa y transparente.
El periodista detrás de esta cobertura, Santiago Torrado, corresponsal de EL PAÍS en Colombia, ha seguido de cerca la evolución de las relaciones entre ambos países, así como el impacto de la migración venezolana en la región. Torrado, con credenciales que incluyen coberturas en eventos clave en América Latina y el Mundial de Fútbol de 2014, publicó recientemente un reportaje titulado “Petro reitera que ni Colombia ni Brasil reconocerán a Maduro si no presenta las actas electorales”. En este material, Torrado destacó la creciente presión internacional sobre Nicolás Maduro para que presente pruebas que validen los resultados de las elecciones del pasado 28 de julio, en las que la oposición venezolana afirma que hubo un fraude masivo.
Gustavo Petro en la mediación
En el mismo contexto, Gustavo Petro se ha posicionado como una figura que busca mediar en la crisis venezolana, intentando equilibrar las presiones de la comunidad internacional con un enfoque diplomático que evite romper los pocos puentes que quedan con el chavismo. Durante la entrevista, Petro señaló que «tienes una oposición que se siente gobierno, pero no está en el gobierno; ya un gobierno que no dejó ver las actas, no puede legitimar las elecciones, pero que está en el gobierno». Esta revela la profunda división política que sigue afectando a Venezuela, donde tanto el oficialismo como la descripción se encuentran en un punto muerto, sin perspectivas claras de una solución negociada a la vista.

La insistencia de Petro en que las sanciones económicas han debilitado la democracia venezolana refleja un enfoque que él ha defendido en varias ocasiones desde que asumió la presidencia de Colombia. Según Petro, las medidas coercitivas impuestas por países como Estados Unidos no solo han ahogado la economía venezolana, sino que también han alterado el proceso democrático, ya que una población que sufre las consecuencias de estas sanciones no puede ejercer su voto con plena libertad. Para el mandatario colombiano, las elecciones en Venezuela no pueden considerarse legítimas en un contexto de bloqueo económico y social, lo que le ha llevado a enfatizar la necesidad de una salida negociada que restablezca las garantías democráticas en el país.
En busca de un diálogo
A pesar de sus críticas, Gustavo Petro no ha dejado de tender la mano al gobierno de Nicolás Maduro en busca de un diálogo que permita la pacificación de Venezuela. En conjunto con su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, Petro ha promovido la idea de un gobierno de transición que facilite unas nuevas elecciones con plenas garantías, aunque este planteamiento ha sido rechazado tanto por la oposición venezolana como por el chavismo. Aun así, Petro continúa insistiendo en que solo mediante un proceso negociado será posible restaurar la democracia en Venezuela, subrayando que la imposición de sanciones externas solo profundiza la crisis en lugar de resolverla.
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Para Santiago Torrado, que ha cubierto esta crisis desde sus orígenes, la situación actual es un reflejo del estancamiento político que afecta a toda la región. En su reportaje, el periodista hace eco de las preocupaciones de Petro al señalar que tanto Colombia como Brasil han evitado reconocer abiertamente el resultado de las elecciones en Venezuela, en un intento por mantener abiertas las vías diplomáticas. A diferencia de otros líderes de izquierda en América Latina, como el chileno Gabriel Boric, Petro y Lula han optado por no condenar de manera contundente a Maduro, lo que ha generado críticas tanto dentro de sus países como en el ámbito internacional.
Izquierdas de izquierdas
En la Asamblea General de la ONU, mientras Boric reiteraba que América Latina se enfrenta a una «dictadura que pretende robarse una elección», Gustavo Petro mantuvo una postura más reservada, centrando su discurso en la necesidad de levantar las sanciones económicas impuestas a Venezuela y Cuba. Esta diferencia en los enfoques de ambos mandatarios refleja la complejidad del panorama político en la región, donde las posturas hacia el gobierno de Maduro varían significativamente entre los líderes progresistas. Mientras Boric ha pedido una salida política que reconozca el triunfo de la oposición, Petro insiste en que el verdadero problema radica en las sanciones que, según él, han estrangulado a Venezuela.
La relación entre Colombia y Venezuela ha sido históricamente complicada, y la situación actual no es una excepción. A pesar de que Petro ha restablecido los lazos diplomáticos con el gobierno de Maduro, la frontera porosa de más de 2.200 kilómetros que comparten ambos países sigue siendo un punto crítico. Colombia es el principal receptor de la diáspora venezolana, con casi tres millones de migrantes en su territorio, lo que añade otra capa de complejidad a las relaciones bilaterales. Para Petro, encontrar una solución pacífica a la crisis en Venezuela es vital no solo por razones diplomáticas, sino también por la estabilidad interna de Colombia.

Solo presenten las actas
A medida que la crisis venezolana continúa prolongándose, Gustavo Petro ha reiterado su compromiso de buscar una solución negociada que permita superar el estancamiento actual. En su más reciente comunicado, el presidente colombiano dejó claro que sin la presentación de las actas electorales, tanto Colombia como Brasil se abstendrán de reconocer el resultado de las elecciones en Venezuela. Sin embargo, Petro también subrayó que su gobierno no se apresurará a tomar una decisión definitiva, insistiendo en que las salidas diplomáticas requieren tiempo y paciencia.
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Mientras tanto, la comunidad internacional sigue observando con cautela los próximos pasos de Venezuela. Con toma de posesión programada para el 10 de enero, el tiempo corre en contra de ambas partes, y la presión aumenta para que se presenten pruebas contundentes sobre el resultado de los comicios. Gustavo Petro ha dejado claro que Colombia seguirá siendo un actor clave en los esfuerzos por encontrar una solución a la crisis, pero ha advertido que solo mediante el diálogo y la negociación será posible restaurar la legitimidad democrática en Venezuela.
Este escenario sigue siendo un desafío no solo para Venezuela, sino también para los países de la región, que deben lidiar con las consecuencias de una crisis política que parece no tener fin.