Atlantic Council: China despliega una sólida estrategia de exportaciones para controlar el mercado

China ha perfeccionado su estrategia de exportaciones con un enfoque minucioso para consolidar su posición dominante en el comercio global. Según el análisis de Mrugank Bhusari, director adjunto del Centro de Geoeconomía del Atlantic Council, la táctica de China no solo se basa en la expansión de su capacidad de producción, sino también en la evolución hacia sectores de alto valor agregado como baterías, vehículos eléctricos y paneles solares. Este enfoque ha provocado que el déficit comercial global de bienes con China se duplique en los últimos seis años, planteando una nueva dinámica en la arena económica internacional.

En su reciente artículo titulado «Por qué la próxima guerra comercial con China podría ser muy diferente a la anterior», publicado en el boletín semanal Guide to the Global Economy del GeoEconomics Center, Bhusari analiza cómo el déficit comercial de Estados Unidos con China ha aumentado desde la imposición de aranceles en 2018. Este déficit no ha hecho más que profundizarse, ascendiendo de 420.000 millones de dólares en 2017 a 822.000 millones en 2023, reflejando que los aranceles no han tenido el efecto disuasorio esperado. El comentario sugiere que la política arancelaria de Estados Unidos no solo ha fracasado en su intento de reducir el déficit, sino que también ha acelerado la necesidad de nuevas estrategias para enfrentar la expansión económica de China.

China y su estrategia de exportaciones

China ha adaptado su estrategia de exportaciones a las nuevas realidades del comercio internacional, centrándose en productos de alta tecnología que requieren procesos más complejos y de mayor valor agregado. Mientras que en 2018 los aranceles estadounidenses se dirigieron principalmente a insumos intermedios y equipos de capital, el próximo choque económico se centrará en los bienes de consumo final. Según Bhusari, es probable que muchos países, incluidos aquellos fuera del ámbito de influencia de Estados Unidos, adopten medidas similares para proteger sus industrias nacionales, señalando una creciente preocupación global ante la competencia desleal que China representa en los mercados de alto valor.

En su reciente artículo titulado «Por qué la próxima guerra comercial con China podría ser muy diferente a la anterior», publicado en el boletín semanal Guide to the Global Economy del GeoEconomics Center, Bhusari analiza cómo el déficit comercial de Estados Unidos con China ha aumentado desde la imposición de aranceles en 2018. Ilustración MidJourney

A medida que China avanza en la cadena de valor, la respuesta global se intensifica. En 2023, alrededor de 150 países tenían un déficit comercial de bienes con China, con déficits bilaterales que se han ampliado en comparación con 2017. Aunque estos déficits pueden reflejar dinámicas macroeconómicas de oferta y demanda, su persistencia puede ser indicativa de problemas más profundos en las economías locales. Bhusari destaca que el crecimiento de las exportaciones chinas, especialmente en productos tecnológicos, ha generado preocupaciones sobre el impacto en el empleo y la competitividad en otros países, obligando a muchas economías a replantear sus políticas comerciales.

Apoyo a la industria

Un factor que ha contribuido al éxito de la estrategia de exportaciones de China es su habilidad para subsidiar de manera efectiva a sus industrias estratégicas. Los subsidios, que incluyen exenciones impositivas, transferencias directas de fondos y provisión pública de bienes y servicios a precios por debajo del mercado, permiten que las empresas chinas exporten a precios competitivos, incluso cuando operan con pérdidas. Esta política ha dificultado que los mercados emergentes escalen en las cadenas globales de valor agregado, exacerbando la tensión entre las economías avanzadas y emergentes. El control chino sobre la refinación de minerales críticos y la fabricación de productos tecnológicos ha fortalecido aún más su posición.

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El ascenso de China en la cadena de valor también ha tenido un efecto adverso en las expectativas de crecimiento de las economías de ingresos bajos y medios. Aunque se esperaba que el crecimiento tecnológico de China generara demanda de productos de bajo valor agregado, la débil demanda interna y la preferencia de Beijing por mantener empleos fabricantes de baja tecnología han reducido las oportunidades de exportación. Esta dinámica no solo ha incrementado la competencia en sectores de baja y media tecnología, sino que también ha aumentado la presión sobre los países que tradicionalmente se han beneficiado del comercio con China.

El contradictorio proteccionismo

La Unión Europea (UE) se encuentra entre las economías avanzadas más preocupadas por la estrategia de exportaciones del Gigante Asiático. Sus esfuerzos por mantenerse como una potencia industrial en la economía baja en carbono pueden verse comprometidos por la estrategia china. La expansión de las exportaciones de productos de alto valor agregado desde China amenaza con saturar los mercados europeos, dificultando la supervivencia de las industrias locales. A pesar de que algunas empresas chinas han invertido en plantas de fabricación dentro de la UE para asegurar una presencia local, las ganancias siguen repatriándose a China, lo que no resuelve las preocupaciones sobre el impacto a largo plazo en el empleo y la economía europea.

El fenómeno del «shock chino 2.0» no solo afecta a la UE. Otros miembros del Grupo de los 20 (G20) han comenzado a tomar medidas para proteger sus economías de la expansión de las exportaciones chinas. Desde 2023, varios países, incluidos Argentina, Brasil, India, Vietnam, y la propia UE, han lanzado investigaciones antidumping y antisubvenciones contra China. Los aranceles impuestos en productos de alto valor agregado como vehículos eléctricos y paneles solares son un claro indicio de la preocupación creciente por la competencia desleal.

El fenómeno del «shock chino 2.0» no solo afecta a la UE. Otros miembros del Grupo de los 20 (G20) han comenzado a tomar medidas para proteger sus economías de la expansión de las exportaciones chinas. Desde 2023, varios países, incluidos Argentina, Brasil, India, Vietnam, y la propia UE, han lanzado investigaciones antidumping y antisubvenciones contra China. Ilustración MidJourney.

El mundo no es homogéneo

No obstante, la respuesta global ante la estrategia de exportaciones de China no es homogénea. Mientras que las economías avanzadas buscan proteger sus cuotas de mercado, los países emergentes enfrentan dilemas más complejos. Muchos de ellos, que dependen de insumos intermedios chinos para expandir su propia producción fabricante, temen las represalias comerciales de Beijing. Además, algunos buscan atraer nuevas manufacturas chinas como parte de políticas de «friendshoring» impulsadas por Occidente, lo que crea un conflicto de intereses en sus relaciones comerciales con China.

En este contexto, Estados Unidos ha recurrido cada vez más a los aranceles como herramienta para equilibrar su comercio con China. La posibilidad de una nueva oleada de aranceles en 2025 parece inminente, independientemente del resultado de las elecciones presidenciales. Esta vez, la diferencia radica en que muchas economías avanzadas, y de hecho, la mayor parte del G20, coinciden en la necesidad de una respuesta concertada al exceso de capacidad manufacturera de China. Sin embargo, la coordinación de una respuesta compartida será complicada debido a las prioridades divergentes y los distintos grados de dependencia económica.

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La capacidad de China para continuar expandiendo su influencia global mediante una sólida estrategia de exportación plantea serios desafíos a la estabilidad económica internacional. La evolución de esta dinámica dependerá de cómo las principales economías globales decidan responder a la creciente presencia de China en los mercados de alto valor agregado, así como de la habilidad de Beijing para adaptarse a las nuevas reglas del juego. Como señala Bhusari, es crucial que las economías del mundo encuentren un equilibrio entre la competencia justa y la protección de sus intereses nacionales en una era de creciente rivalidad económica.

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