Ecuador está en guerra y los sicarios del narco asechan a Estado

Ecuador está en guerra. Esta afirmación resonante, pronunciada por la ministra de Gobierno y del Interior, Mónica Palencia, no es una metáfora. Se refiere a una realidad palpable en las calles y en las sombras de la sociedad ecuatoriana. La guerra a la que se enfrenta Ecuador no es convencional; es una lucha contra enemigos escurridizos: la delincuencia organizada, la minería ilegal y las actividades terroristas. “No escogimos los enemigos. Es una responsabilidad de la sociedad civil, y no solo del Gobierno, participar activamente desde todos los espacios”, enfatizó Palencia.

En este escenario bélico no declarado, la figura de José Adolfo Macías Villamar, alias «Fito», emerge como un elemento crucial. Líder de la banda «Los Choneros», Fito ha sido señalado como uno de los criminales más peligrosos del país. Su reciente fuga de la cárcel de Guayaquil el 7 de enero de 2024, un hecho que las autoridades policiales ecuatorianas reconocieron con preocupación, marca un punto de inflexión en la historia criminal del país. Esta fuga ha desencadenado una serie de reacciones, incluyendo la declaración de un estado de excepción por parte del presidente Daniel Noboa, subrayando la gravedad de la situación.

Inteligencia estratégica, táctica y operativa

Ecuador está en guerra. La ministra Palencia subraya la importancia de la cooperación interministerial para abordar esta crisis. La estrategia incluye un enfoque multifacético: inteligencia estratégica, táctica y operativa. Además, se han realizado cambios significativos en la estructura de la Policía, afectando no solo a los generales sino también a las funciones y responsabilidades específicas. Este enfoque integral busca construir lo que Palencia denomina el «Nuevo Ecuador».

Ecuador está en guerra
Los Choneros, bajo el liderazgo de Fito, no son solo una banda criminal; representan una amenaza a la estabilidad y seguridad del país. Ilustración MidJourney

Los desafíos a los que se enfrenta Ecuador son profundos y complejos. La violencia ha alcanzado niveles sin precedentes, con una tasa de muertes violentas que cerró 2022 con 25,32 por cada 100.000 habitantes, la más alta en la historia del país. Las provincias de Guayas y Esmeraldas se han convertido en epicentros de esta violencia, lo que ha llevado a la ministra a enfatizar la necesidad de medidas de prevención y represión. “No hay ciudadanos de primera y segunda categoría cuando de la vida humana se trata”, afirmó Palencia, subrayando la urgencia y la importancia de una respuesta coordinada y efectiva.

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Los Choneros son homicidas

Ecuador está en guerra, y el enemigo es multifacético. Los Choneros, bajo el liderazgo de Fito, no son solo una banda criminal; representan una amenaza a la estabilidad y seguridad del país. Esta organización, surgida en la década de 1990 en la ciudad de Chone, ha crecido hasta convertirse en una fuerza poderosa y despiadada. Con conexiones con carteles de México y Colombia, Los Choneros han extendido su influencia más allá de las prisiones, controlando rutas de tráfico de drogas y ejecutando actos de violencia extrema.

El alcance de su poder se refleja en las cifras alarmantes. Según Guillaume Long, investigador principal del Centro de Investigación Económica y Política en Washington DC, Los Choneros podrían tener hasta 12.000 integrantes. Su influencia se extiende a lo largo de la costa ecuatoriana, en provincias clave como Manabí, Guayas, Los Ríos, Esmeraldas, El Oro y Santa Elena. La capacidad de estas bandas para influir y controlar no solo se limita a sus operaciones criminales; se extiende a la infiltración de la estructura policial y estatal, una realidad que complica aún más los esfuerzos para combatirlas.

Estado de Excepción

Ecuador está en guerra. El gobierno, bajo el liderazgo del presidente Noboa, ha propuesto diversas medidas para enfrentar esta crisis. El Estado de Excepción es una de ellas. Entre estas, la construcción de cárceles de máxima seguridad y estrategias para aislar a los presos más peligrosos. Sin embargo, expertos como Long y el criminólogo Ricardo Sosa advierten que estas medidas deben ser acompañadas de un fortalecimiento y depuración de las instituciones a cargo de la seguridad. La corrupción y el abandono han debilitado estas instituciones, lo que requiere una respuesta firme y sostenida.

Ecuador está en guerra
La respuesta a esta guerra será determinante para el futuro del país. Ilustración MidJourney

La situación en Ecuador refleja una dinámica más amplia en América Latina. La violencia y el crimen organizado no son fenómenos aislados; están profundamente enraizados en problemas estructurales y desafíos socioeconómicos. La respuesta del gobierno ecuatoriano a esta crisis será crucial no solo para la estabilidad del país, sino también como un modelo potencial para otras naciones que enfrentan desafíos similares.

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Balacera en las calles

Ecuador está en guerra, una guerra que no se libra en campos de batalla tradicionales, sino en las calles, en las prisiones y en los corredores del poder. Es una guerra contra un enemigo que se esconde en las sombras, un enemigo que ha demostrado su capacidad para desafiar al Estado y causar estragos en la sociedad. La respuesta a esta guerra será determinante para el futuro del país, para la seguridad de sus ciudadanos y para la preservación de su democracia y estabilidad. Es una batalla que Ecuador no puede permitirse perder.

Esta penetración del crimen organizado en el aparato estatal pone en evidencia la necesidad crítica de reformas profundas y sostenibles, no solo en las políticas de seguridad, sino también en el fortalecimiento de la integridad y la rendición de cuentas de las instituciones. La guerra de Ecuador contra la delincuencia organizada no es solo un enfrentamiento con bandas criminales, sino también una lucha interna contra la corrupción y la infiltración del crimen en sus propias estructuras gubernamentales.

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