El choque entre Washington y San Salvador por la política cripto salvadoreña
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, desató una nueva controversia internacional al responder con sarcasmo y acusaciones de motivaciones políticas ante el proyecto de ley presentado en el Senado de EE. UU., que busca sancionar e investigar el uso estatal del bitcoin en su país. La respuesta del mandatario evidencia no solo un desdén directo a Washington, sino una reafirmación de su estrategia económica y soberanista.
El proyecto S. 2058 y la postura estadounidense
La propuesta legislativa impulsada por los senadores demócratas Chris Van Hollen, Tim Kaine y Alex Padilla plantea sanciones directas a Bukele y su entorno, auditoría de fondos estatales en bitcoin y restricciones de cooperación internacional. Alegan violaciones a derechos humanos y falta de transparencia en el manejo de activos digitales como razones principales para el escrutinio.
Van Hollen afirmó que “no se puede permitir que un aliado regional utilice criptomonedas para evadir responsabilidad en abusos sistemáticos”, mientras Kaine subrayó que el uso de bitcoin sin rendición de cuentas podría abrir caminos a la corrupción estatal.

Bukele: sarcasmo como respuesta
Bukele, fiel a su estilo confrontativo en redes sociales, reaccionó en su cuenta de X con un simple pero provocador mensaje:
“HAHAHAHA… the Dems are just salty.”
La frase, cargada de burla, fue acompañada por críticas a los senadores involucrados, tildándolos de actuar por “pura frustración electoral y envidia económica”. También aprovechó para destacar los $400 millones en ganancias registradas por El Salvador gracias a la reciente subida del bitcoin, como una forma de legitimar su estrategia y desestimar las acusaciones.
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Entre soberanía digital y tensiones geopolíticas
Analistas como Max Keiser, asesor cripto del gobierno salvadoreño, señalaron que “esta ley es parte de una ofensiva imperialista contra países que optan por independencia financiera”. Por su parte, Elizabeth Warren, senadora demócrata crítica del ecosistema cripto, defendió el proyecto asegurando que “las criptomonedas pueden ser herramientas de opacidad estatal si no se regulan debidamente”.
Este choque trasciende lo económico: simboliza el pulso entre el modelo soberanista y descentralizado de Bukele y el sistema financiero tradicional respaldado por Washington.
¿Una disputa local o el inicio de una reconfiguración del poder monetario?
Para expertos como Alex Gladstein, director de estrategia de la Human Rights Foundation, esta fricción es una muestra de cómo los gobiernos autoritarios están usando bitcoin no solo como política fiscal, sino como herramienta diplomática. “La política cripto ya no es solo tecnología, es geoestrategia”, sostuvo recientemente en una conferencia en Oslo.
