En una entrevista exclusiva con Breno Altman, el exministro y asesor presidencial Celso Amorim, evitó detallar por qué Brasil vetó a Venezuela en los BRICS ni por qué no se le extendió una invitación a la cumbre realizada en Río de Janeiro los días 6 y 7 de julio.
Un veto envuelto en ambigüedad estratégica
Amorim explicó que la exclusión de Venezuela no obedeció a una lista negra o a discrepancias políticas directas, sino a la intención de mantener a los BRICS “equilibrados y flexibles”, sin expander el grupo de forma indefinida. Añadió que la decisión responde a una lógica de cohesión interna, no a un rechazo diplomático explícito.

Ruptura de confianza: un reproche implícito
Aunque Amorim no dio detalles sobre la causa real, medios como El País reportaron que Brasil alegó una “ruptura de confianza” tras la negativa de Caracas a compartir las actas de las elecciones del 28 de julio de 2024. Este trasfondo sugiere que el veto fue más político que institucional.
Ausencia y mensaje diplomático ambiguo
El hecho de que Venezuela no haya sido invitada a la cumbre en Río, a pesar de ser un actor con alineación pro‑BRICS, generó malestar en Caracas. Amorim reconoció que el país comparte visiones con el bloque, pero Brasil decidió restringir la convocatoria a Estados con relaciones políticas más estrechas .
Tambièn puedes leer: Bukele celebra $400 M en ganancias de Bitcoin y reafirma su estrategia soberana
Tensiones regionales y diferencias estratégicas
La omisión genera tensiones en la relación entre Brasil y Venezuela, que desde 2024 enfrentan un clima diplomático delicado. Mientras Brasil busca una presencia internacional moderada y lícita, Caracas recibe respaldo de Moscú y Beijing que favorecen su inclusión en foros globales .
Especialistas ven riesgo en la cohesión del bloque
Analistas consultados por Reuters y Al Jazeera afirman que Brasil está ante el desafío de mantener unidad multilateral sin aislar a actores influyentes como Venezuela, que podría alterar el equilibrio político‑regional. La estrategia requiere prudencia, porque la retórica de “confianza rota” podría convertirse en una excusa para excluir voces incómodas.
