Incoherencia y el doble estándar de la UE frente a Latinoamérica incomoda a los agricultores europeos

La creciente tensión entre los agricultores europeos y las políticas comerciales de la Unión Europea ha llegado a un punto crítico, evidenciando una notable discordancia entre los altos estándares exigidos a la producción local y la aparente laxitud con que se tratan las importaciones procedentes de Latinoamérica. En el corazón de esta controversia se halla la preocupación por cómo los acuerdos de libre comercio, que deberían ser motores de prosperidad compartida, parecen favorecer una competencia desigual, socavando la viabilidad de la agricultura europea y sus principios medioambientales y sociales.

Este reportaje se basa en la investigación de Mirra Banchón, corresponsal de Deustche Welle (DW), especializada en cooperación entre la Unión Europea y América Latina. Bajo el título «Productos latinoamericanos preocupan a agricultores europeos», Banchón explora las causas subyacentes de las protestas agrícolas en Europa, poniendo de relieve cómo ciertos productos latinoamericanos se han convertido en el centro de un debate más amplio sobre justicia comercial y sostenibilidad.

Agricultores europeos descontentos

Los agricultores europeos, quienes desde hace tiempo han estado bajo el yugo de rigurosas normativas en cuanto a sustentabilidad y bienestar social, observan con creciente frustración cómo sus esfuerzos por mantener altos estándares se ven minados por la entrada de productos extranjeros que no cumplen con estos criterios. Esta situación ha generado una ola de protestas en varias ciudades europeas, donde los agricultores demandan un replanteamiento de los acuerdos comerciales de la UE.

agricultores europeos
Los agricultores europeos, quienes desde hace tiempo han estado bajo el yugo de rigurosas normativas en cuanto a sustentabilidad y bienestar social, observan con creciente frustración cómo sus esfuerzos por mantener altos estándares se ven minados por la entrada de productos extranjeros que no cumplen con estos criterios. Ilustración MidJourney

La UE, a través de su comisario europeo de Economía y Comercio, Valdis Dombrovskis, defiende los acuerdos comerciales como oportunidades doradas para la exportación, destacando el crecimiento promedio anual del 6% en el sector agrícola. Sin embargo, este crecimiento no parece consolar a los agricultores que ven en productos como la carne de vacuno argentina, el pollo brasileño, las fresas peruanas y los arándanos chilenos, una competencia desleal que amenaza con desplazar sus productos del mercado.

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Un panorama mixto

Los estudios de impacto citados por Banchón ilustran un panorama mixto. Por un lado, se señala que el acuerdo con los países andinos ha beneficiado al sector agrícola y alimentario europeo desde su implementación en 2012. Del mismo modo, las importaciones desde América Central han aumentado significativamente, demostrando la creciente interdependencia comercial. Sin embargo, estas cifras no alivian la preocupación de los agricultores europeos, quienes temen ser los perdedores en esta ecuación global.

La posición de Anna Cavazzini, presidenta de la comisión de Mercado Interior y Protección al Consumidor del Parlamento Europeo, refleja una crítica a los acuerdos comerciales de la UE, argumentando que estos no solo han creado dificultades para los agricultores europeos sino también para aquellos del sur global. La política de subvenciones agrícolas de la UE, que favorece a grandes consorcios sobre pequeños productores, y la aceptación de productos con mínimos estándares de sostenibilidad son puntos de contención clave.

La incoherencia de la UE

Luciana Ghiotto, investigadora del CONICET en Argentina, subraya la incoherencia de la UE al imponer exigencias de sostenibilidad a sus productores mientras acepta importaciones que no cumplen con estos estándares. Esta doble moral no solo afecta a los agricultores europeos, sino que también tiene consecuencias ambientales, sociales y de salud en el sur global.

El caso de Colombia, donde el mercado se ve inundado por productos lácteos europeos, pone de manifiesto las asimetrías que estos acuerdos comerciales pueden generar, afectando a pequeños productores que no pueden competir en igualdad de condiciones.

agricultores europeos
La UE se encuentra en una encrucijada, donde debe reconciliar sus ambiciones comerciales con las necesidades de sus ciudadanos y los principios de justicia global y sostenibilidad ambiental. Ilustración MidJourney

A pesar de las protestas y la oposición de ciertos sectores, el comisario europeo de Comercio sigue defendiendo los acuerdos comerciales, prometiendo liberalizar la importación de productos solo si cumplen con las directivas sanitarias y de bienestar animal de la UE. Sin embargo, esta postura no parece satisfacer las demandas de los agricultores europeos, que ven en la multiplicidad de acuerdos comerciales una amenaza directa a su competitividad y supervivencia.

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Dilema moral en el campo

La situación actual refleja una compleja red de intereses económicos, ambientales y sociales que exige un equilibrio delicado. Los agricultores europeos, atrapados en el dilema de cumplir con estrictas regulaciones mientras enfrentan una competencia global desigual, claman por políticas más coherentes que no solo promuevan el libre comercio, sino que también protejan los estándares de producción sostenible y justa. La UE se encuentra en una encrucijada, donde debe reconciliar sus ambiciones comerciales con las necesidades de sus ciudadanos y los principios de justicia global y sostenibilidad ambiental. La solución a este dilema no será sencilla, pero es indispensable para asegurar un futuro próspero y equitativo para todos los involucrados.

Ante este panorama, es fundamental que la Unión Europea reconsidere su enfoque hacia los acuerdos comerciales, buscando un equilibrio que beneficie a todas las partes involucradas sin comprometer los estándares de sostenibilidad y equidad. Los agricultores europeos merecen políticas que reconozcan y recompensen sus esfuerzos por mantener prácticas agrícolas sostenibles y éticas. Solo mediante un diálogo inclusivo y políticas coherentes será posible construir un sistema de comercio internacional verdaderamente justo y sostenible.

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