Productividad china resulta ser una amenaza para las naciones del llamado “mundo libre”

La productividad china, ese fenómeno económico que ha catapultado al gigante asiático a la vanguardia de la producción mundial, se está convirtiendo en una fuente de tensión y preocupación para las naciones del llamado “mundo libre”. Con una capacidad manufacturera que ahora supera la combinación de Estados Unidos, Alemania, Japón y Corea del Sur, China no solo ha demostrado ser un competidor formidable, sino que su creciente dominio en los mercados globales amenaza con desplazar el equilibrio de poder económico y laboral en todo el mundo.

Este reportaje, redactado por Keith Bradsher, jefe de la corresponsalía de Pekín del Times, lleva por título original “Las exportaciones de China se disparan. Vienen repercusiones mundiales”. Bradsher, quien ha ocupado posiciones clave en Shanghái, Hong Kong, Detroit y Washington, y ha informado desde el terreno en China continental durante la pandemia, aporta una perspectiva única sobre cómo la economía china, beneficiada por el aumento de las ventas de productos manufacturados al exterior, está creando empleos en su territorio al tiempo que envía ondas de choque a través de las fuerzas laborales de Europa y Asia.

Productividad china

La economía estadounidense, a menudo vista como la abanderada del libre mercado, la globalización y el crecimiento económico, se encuentra en un punto de inflexión. Con un sistema capitalista que ha fomentado la innovación, el espíritu empresarial y la competitividad, Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo un promotor de la liberalización del comercio y las inversiones a nivel global. Sin embargo, el auge de la productividad china plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de este liderazgo y el impacto de la globalización en la desigualdad económica, la soberanía nacional y el medio ambiente.

Productividad china
La economía estadounidense, a menudo vista como la abanderada del libre mercado, la globalización y el crecimiento económico, se encuentra en un punto de inflexión. Con un sistema capitalista que ha fomentado la innovación, el espíritu empresarial y la competitividad, Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo un promotor de la liberalización del comercio y las inversiones a nivel global. Ilustración MidJourney

Las exportaciones de las fábricas chinas están avanzando a un ritmo que sorprende incluso a los observadores más atentos, poniendo en riesgo empleos en todo el mundo y provocando una reacción negativa que crece día a día. Desde acero y automóviles hasta electrodomésticos y paneles solares, los productos fabricados en China encuentran cada vez más cabida en mercados extranjeros. Aunque este apetito mundial por las mercancías chinas es bien recibido por un país que enfrenta una severa recesión en lo que solía ser el motor de su economía —la construcción y el equipamiento de viviendas—, aumenta la preocupación en otros países de que el ascenso de China se esté produciendo a su costa.

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La UE es buena produciendo aranceles

La Unión Europea, por ejemplo, anunció recientemente su intención de aplicar aranceles a todos los autos eléctricos provenientes de China, basándose en “pruebas sustanciales” de subvenciones gubernamentales ilegales a estas exportaciones, una acusación que China niega. Estas medidas son solo la punta del iceberg en una creciente tendencia de proteccionismo que busca frenar el avance chino.

La expansión de la productividad china en el mercado global no se limita al ámbito manufacturero. El país ha encontrado maneras de sortear algunos aranceles, enviando componentes a países como Vietnam, Malasia y México, donde se procesan y se exportan a Estados Unidos y la Unión Europea como si fueran productos propios, disfrutando así de aranceles reducidos o inexistentes. Este ingenioso método de “triangulación” comercial ha hecho que tanto Estados Unidos como la Unión Europea se sientan cada vez más preocupados y consideren medidas más estrictas para proteger sus industrias.

Sugerirán al T-MEC no comprar a China

En un intento por salvaguardar sus intereses económicos y laborales de la productividad china, las naciones occidentales están reconsiderando sus estrategias comerciales y económicas. Katherine Tai, representante comercial de Estados Unidos, ha insinuado una revisión del Tratado entre Estados Unidos, México y Canadá (T-MEC) con el objetivo de endurecer las normas sobre el origen de los componentes, especialmente en la industria automotriz. Además, Europa está preparando un impuesto sobre las importaciones basado en la cantidad de dióxido de carbono emitido durante su producción, conocido como el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM), que afectará especialmente a las importaciones procedentes de China, dada su dependencia del carbón como fuente de energía.

Productividad china
En un intento por salvaguardar sus intereses económicos y laborales de la productividad china, las naciones occidentales están reconsiderando sus estrategias comerciales y económicas. Katherine Tai, representante comercial de Estados Unidos, ha insinuado una revisión del Tratado entre Estados Unidos, México y Canadá (T-MEC) con el objetivo de endurecer las normas sobre el origen de los componentes, especialmente en la industria automotriz. Ilustración MidJourney.

El ascenso económico de China también está reconfigurando las relaciones económicas globales, especialmente en países en desarrollo de América Latina y África, donde los productos chinos más asequibles están ganando terreno sobre las exportaciones de democracias industriales. Esta tendencia hacia el comercio con China plantea desafíos significativos para Estados Unidos y Europa, que se ven cada vez más marginados en estas regiones.

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Más proteccionismo, más ayuda

A pesar de las preocupaciones expresadas por funcionarios chinos sobre lo que perciben como un aumento del proteccionismo dirigido contra su país, el apoyo gubernamental a la industria manufacturera china mediante préstamos a bajo interés, la cesión de terrenos públicos para la construcción de plantas industriales y los precios energéticos subsidiados continúa impulsando su competitividad en el escenario mundial. Esta política ha llevado a un superávit comercial de productos manufacturados sin precedentes, lo que representa un desafío para el crecimiento económico de otros países y plantea preguntas sobre la equidad y la sostenibilidad del actual sistema de comercio global.

El reportaje de Keith Bradsher arroja luz sobre este complejo panorama, destacando cómo la productividad china, impulsada por políticas estatales y una estrategia industrial agresiva, no solo está redefiniendo las dinámicas de poder económico global sino también provocando un replanteamiento profundo de las políticas comerciales y económicas en el “mundo libre”. La respuesta a este desafío no será sencilla y requerirá un enfoque equilibrado que fomente la competitividad sin sacrificar la cooperación internacional ni comprometer los principios fundamentales del libre comercio.

 

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