Estados Unidos arrastraría al abismo al Indo Pacífico si China decide emprender una acción militar o coercitiva contra Taiwán. Este escenario no solo sería devastador para la estabilidad regional, sino que también amenazaría con desencadenar una crisis económica global de proporciones inimaginables. El frágil equilibrio en el Indo Pacífico, construido durante décadas de acuerdos económicos y militares, podría colapsar bajo el peso de las tensiones entre las dos mayores potencias mundiales. Así lo advierten Eyck Freymann, becario Hoover en la Universidad de Stanford, y Hugo Bromley, investigador en el Centro de Geopolítica de la Universidad de Cambridge, en su artículo: “El primer día: un plan de contingencia económica para una crisis de Taiwán”.
- Eyck Freymann, quien escribe habitualmente para la sección de Ensayo Invitado del The New York Times, argumenta que las recientes maniobras militares chinas cerca de Taiwán han elevado las tensiones a niveles nunca vistos en las últimas tres décadas. En su artículo titulado “Una guerra entre China y Taiwán provocaría una crisis económica: Estados Unidos no está preparado”, Freymann detalla cómo estas acciones reflejan un creciente riesgo de confrontación directa. Según sus investigaciones, el presidente chino Xi Jinping ha instruido a sus fuerzas armadas a preparar para una invasión de Taiwán antes de 2027, un plazo que mantiene en alerta tanto a Washington como a sus aliados regionales. No obstante, Xi podría optar por una estrategia menos agresiva, como una cuarentena marítima y aérea que limita severamente la autonomía taiwanesa, reproduciendo tácticas similares a las empleadas por China en el Mar de China Meridional.
Estados Unidos arrastraría al abismo al Indo Pacífico
Si no actúa con decisión frente a una posible invasión o cuarentena de Taiwán, Estados Unidos arrastraría al abismo al Indo Pacífico. La importancia estratégica de la isla va más allá de su ubicación geopolítica: Taiwán es el epicentro de la producción global de semiconductores, con Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) fabricando el 90% de los chips más avanzados del mundo. Un ataque chino no solo interrumpiría esta producción crítica, sino que también entregaría a Pekín un control sin precedentes sobre una tecnología esencial para industrias clave como la automotriz, la médica y la inteligencia artificial. En un escenario de conflicto, la economía global podría hundirse en una recesión aún más profunda que la causada por la pandemia de Covid-19.

A pesar de estas implicaciones, Estados Unidos carece de un plan de contingencia económica para enfrentar una crisis de este tipo. Según Freymann, un informe de la Cámara de Representantes publicado el año pasado subrayó la urgente necesidad de una estrategia coherente para mitigar las repercusiones económicas y financieras de un conflicto con China. Sin tal plan, las cadenas de suministro globales, en las que China desempeña un papel central, estarían en riesgo de colapso. Por ejemplo, intentar sancionar económicamente a China al estilo de lo hecho con Rusia o Irán sería un arma de doble filo. Las sanciones radicales podrían no solo fallar en aislar a China, sino también infligir un daño colateral severo a la economía global, encareciendo bienes de consumo y generando resistencia tanto en aliados como en países neutrales.
Menos guerra y más cerebro
Estados Unidos arrastraría al abismo al Indo Pacífico si no logra articular una respuesta que equilibre la disuasión militar con una visión económica afirmativa. Freymann y Bromley sugieren que cualquier plan viable debe incluir medidas como la coordinación con bancos centrales para evitar un colapso financiero global, la creación de una Junta de Cooperación para la Seguridad Económica y un enfoque gradual para desvincularse de productos críticos provenientes de China. Este último punto es crucial: aunque la producción de chips avanzados está comenzando a expandirse en Arizona, Estados Unidos sigue dependiendo de China para bienes esenciales como ingredientes farmacéuticos y drones. Reducir esta dependencia de manera estratégica y planificada sería un paso fundamental para preparar la economía estadounidense frente a futuras crisis.
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Sin embargo, no todas las medidas deben ser defensivas. Freymann subraya que una coalición liderada por Estados Unidos debe adoptar un enfoque inclusivo que promueva la estabilidad económica y apoye a las naciones que podrían ser objeto de coerción económica china. Esto incluiría establecer un sistema de aranceles predecibles para guiar la producción fuera de China sin generar presiones inflacionarias abruptas, una estrategia que contrasta con las políticas comerciales impredecibles de la administración Trump. Paralelamente, se requeriría un esfuerzo concertado para mantener la solidaridad internacional, incluso frente a represalias chinas que probablemente incluirían castigos a empresas extranjeras operando en territorio chino.

Todos pierden si EE.UU. se equivoca
Estados Unidos arrastraría al abismo al Indo Pacífico si no aborda estos desafíos con urgencia. Más allá de las implicaciones económicas, una respuesta débil o mal planificada pondría en riesgo las alianzas estratégicas en la región. Países como Japón, Corea del Sur, Australia y Filipinas dependen del compromiso estadounidense para contrarrestar la influencia de China. Una acción insuficiente en defensa de Taiwán podría erosionar la credibilidad de Estados Unidos y abrir la puerta a una mayor coerción china en la región. Por otro lado, medidas exageradas o mal calibradas podrían socavar el sistema económico internacional que Estados Unidos busca proteger, exacerbando las tensiones con aliados y afectando directamente a los consumidores estadounidenses.
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La magnitud del problema exige una respuesta bipartidaria y de largo plazo. Freymann y Bromley concluyen que el Congreso debe iniciar audiencias para evaluar el impacto económico de una posible crisis en Taiwán y redactar legislación preventiva. Además, la administración estadounidense debe liderar un esfuerzo diplomático global para establecer las bases de una economía resiliente y preparada para enfrentar los peores escenarios. Sin una estrategia clara, el riesgo de que Estados Unidos arrastre al abismo al Indo Pacífico no es una mera posibilidad, sino una amenaza inminente que podría redefinir el panorama económico y geopolítico del siglo XXI.