La UE hace cálculos entre China y EE.UU. y los resultados no la favorecen

El panorama internacional actual presenta a la Unión Europea (UE) en una posición delicada, atrapada entre las tensiones geopolíticas y económicas que emanan de los «cálculos entre China y EE.UU.». La competencia estratégica entre estas dos potencias ha intensificado las presiones sobre Europa, que enfrenta retos significativos para mantener su relevancia en un mundo cada vez más polarizado. Europa, por su parte, busca preservar sus intereses comerciales y estratégicos mientras lidia con los efectos colaterales de esta disputa global.

Alicia García Herrero, economista jefe para Asia Pacífico en Natixis, y profesora asociada en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong, aporta un análisis agudo sobre esta dinámica en su reciente artículo titulado: “China ante Trump: indiferente pero cautelosa”, publicado  en el portal del think tank europeo Bruegel. Con una destacada trayectoria como Senior Fellow en esta organización, García Herrero sostiene que el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca podría redefinir la postura de China y, al mismo tiempo, poner a Europa en una situación de vulnerabilidad económica y política. Según su análisis, mientras que China podría adaptarse rápidamente a las nuevas circunstancias, Europa carece de una estrategia clara para afrontar este nuevo escenario global.

UE y los cálculos entre China y EE.UU.

La realidad es que los cálculos entre China y EE.UU. tienen implicaciones directas para la UE. En términos comerciales, Europa se encuentra atrapada entre los aranceles impuestos por Estados Unidos a China y la posibilidad de que un eventual acuerdo comercial entre ambas potencias desplace a los productos europeos de mercados clave. Por ejemplo, sectores como el aeroespacial y el automotriz podrían sufrir graves consecuencias si China y Estados Unidos fortalecen sus lazos comerciales en detrimento de las exportaciones europeas. Esta situación pone en evidencia la necesidad de que la UE redefina su papel en el comercio global, adoptando medidas que mitiguen su exposición a los riesgos derivados de esta rivalidad.

La competencia estratégica entre estas dos potencias ha intensificado las presiones sobre Europa, que enfrenta retos significativos para mantener su relevancia en un mundo cada vez más polarizado. Ilustración MidJourney

Una de las reflexiones centrales de García Herrero es que la estrategia aislacionista de Trump podría favorecer indirectamente a China al debilitar los lazos tradicionales entre Estados Unidos y sus aliados, incluida la UE. Sin embargo, para Europa, el costo de esta situación podría ser extremadamente alto. La posibilidad de que Trump impulse una rápida resolución de la guerra en Ucrania también plantea interrogantes sobre el compromiso de Estados Unidos con la seguridad europea, dejando a la UE en una posición más frágil frente a Rusia y otras amenazas externas.

Pérdida de la independencia europea

En este contexto, los cálculos entre China y EE.UU. también afectan la capacidad de la UE para actuar de manera independiente. Aunque Europa ha intentado diversificar sus relaciones comerciales y políticas, la dependencia de las tecnologías estadounidenses y el mercado chino sigue siendo un punto crítico. Los controles de exportación impuestos por la administración Biden a la tecnología estadounidense han complicado las relaciones de China con Estados Unidos, pero también han puesto a Europa en una posición difícil, al limitar su acceso a tecnologías clave mientras intenta mantener sus compromisos en ambos frentes.

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Los efectos de esta rivalidad también se reflejan en el Sur Global, donde China ha consolidado su influencia en parte gracias a la percepción de un declive en la hegemonía estadounidense. Esta narrativa, fortalecida por el discurso político de Trump, podría debilitar aún más la capacidad de Europa para competir por mercados y alianzas estratégicas en regiones como África, América Latina y el sudeste asiático. Mientras que China intensifica su participación a través de iniciativas como la Iniciativa del Cinturón y la Ruta y su creciente protagonismo en los BRICS, Europa enfrenta el desafío de mantener su influencia en un entorno cada vez más competitivo.

¿Caerá la Unión Europea?

Es evidente que los cálculos entre China y EE.UU. también plantean interrogantes sobre el futuro de la integración europea. A medida que los países miembros enfrentan presiones para alinearse con una u otra potencia, las divisiones internas podrían profundizarse. La falta de una política exterior y de seguridad común debilita la capacidad de la UE para responder de manera unificada a las crisis globales, lo que a su vez refuerza su dependencia de Estados Unidos en materia de defensa y de China en términos económicos.

Es evidente que los cálculos entre China y EE.UU. también plantean interrogantes sobre el futuro de la integración europea. A medida que los países miembros enfrentan presiones para alinearse con una u otra potencia, las divisiones internas podrían profundizarse. Ilustración MidJourney.

En este escenario, la UE debe reevaluar su estrategia y fortalecer su autonomía estratégica para reducir su vulnerabilidad frente a las tensiones entre China y Estados Unidos. Esto implica no solo diversificar sus relaciones comerciales y tecnológicas, sino también invertir en capacidades propias que le permitan desempeñar un papel más activo y menos dependiente en el panorama internacional. Asimismo, la UE deberá afrontar los retos internos que dificultan la implementación de una estrategia cohesiva y eficiente.

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La competencia estratégica entre China y Estados Unidos no muestra signos de disminuir, y Europa debe adaptarse a una nueva realidad en la que ya no puede contar con la estabilidad y previsibilidad de un orden mundial dominado por una única superpotencia. En este contexto, los cálculos entre China y EE.UU. se convierten en un factor determinante para el futuro de la UE, que deberá encontrar maneras de navegar estas aguas turbulentas sin perder de vista sus propios intereses y valores.

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