BRICS+ prueba que democracias y autocracias pueden convivir por un bien común 

En un mundo cada vez más polarizado, el surgimiento de BRICS+ como un bloque político y económico diverso es un testimonio sorprendente de cómo democracias y autocracias pueden colaborar para un bien común. Esta alianza, que inicialmente comenzó como BRIC en 2001 gracias a un concepto acuñado por banqueros de Goldman Sachs para un fondo de inversión, ha evolucionado hasta convertirse en un actor clave en la política mundial. Brasil, Rusia, India, China y, más tarde, Sudáfrica, son los miembros fundadores de este grupo, que ha demostrado ser mucho más que una mera cooperación económica. 

A pesar de un reciente contratiempo, donde Argentina decidió no unirse al grupo bajo su nueva administración, anunciado a través de un tuit en la plataforma X, BRICS+ está lejos de debilitarse. De hecho, se encuentra en un camino de expansión notable con la posible incorporación de pesos pesados como Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Egipto y Etiopía. Esta expansión no solo aumenta la diversidad del grupo, sino que también potencia su influencia en la política internacional, especialmente bajo la presidencia de Rusia en 2024. 

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BRICS+: cooperación pragmática 

La historia de BRICS+ es, en esencia, una de colaboración inesperada. Democracias como Brasil, India y Sudáfrica han encontrado terreno común con autocracias como China y Rusia. Esta cooperación pragmática por encima de las fronteras ideológicas es lo que hace que BRICS+ sea un caso de estudio fascinante. A pesar de sus diferencias, los miembros de BRICS+ comparten un objetivo común: desafiar un orden mundial dominado por Occidente. Como lo señala Johannes Plagemann, politólogo del think tank GIGA con sede en Hamburgo, hay un consenso mínimo entre los miembros de que se desea un orden mundial menos centrado en Occidente. 

Sin embargo, este consenso no implica una hostilidad abierta hacia Occidente. Los BRICS+ operan bajo un principio de unanimidad, lo que significa que ni China, Rusia, ni ningún futuro miembro como Irán, pueden imponer unilateralmente sus posiciones. Esta dinámica refleja la naturaleza única de BRICS+: es una plataforma que ofrece a sus miembros no solo un aumento en su estatus internacional, sino también una oportunidad de escapar del partidismo en la creciente competencia geoestratégica. 

BRICS+
Los BRICS+ operan bajo un principio de unanimidad, lo que significa que ni China, Rusia, ni ningún futuro miembro como Irán, pueden imponer unilateralmente sus posiciones. Ilustración MidJourney

Una acera independiente 

Günther Maihold, politólogo y profesor de la Universidad Libre de Berlín, destaca que ser parte de BRICS+ permite a los países adoptar una postura independiente y evitar caer en la lógica partidista de la competencia entre grandes potencias. Esta independencia es crucial en un mundo donde las alianzas a menudo se forman en torno a intereses estratégicos y no necesariamente en valores compartidos. 

Curiosamente, BRICS+ no posee una secretaría propia, pero sí cuenta con su institución financiera: el Nuevo Banco de Desarrollo. La inclusión de naciones ricas en petróleo como Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos podría aumentar significativamente su capital y, por ende, su influencia. Esta expansión financiera es un reflejo de cómo los intereses comunes pueden prevalecer sobre las diferencias ideológicas. 

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Un mundo más transaccional 

Plagemann predice que el ascenso del sur global y la pérdida relativa de poder de Occidente conducirán a un mundo más transaccional en política internacional. Esto implicaría una disminución en el énfasis en la coherencia ideológica, la promoción de la democracia y los derechos humanos, y un enfoque más marcado en avanzar intereses fundamentales propios. Su reciente libro «Wir sind nicht alle – Der Globale Süden und die Ignoranz des Westens» (Nosotros no somos todos – El sur global y la ignorancia de Occidente) explora esta dinámica en detalle. 

Finalmente, Plagemann aboga por un enfoque calmado hacia BRICS+. Aconseja ver al grupo como un socio de cooperación potencial donde sea sensato desde un punto de vista de contenido. En un mundo donde instituciones como las Naciones Unidas enfrentan desafíos en su capacidad de acción, la cooperación con grupos como BRICS+ se vuelve no solo prudente, sino necesaria. En lugar de crear oposiciones, es esencial buscar puntos en común y áreas de cooperación potencial. 

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La inclusión de naciones ricas en petróleo como Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos podría aumentar significativamente su capital y, por ende, su influencia. Ilustración MidJourney

Una diplomacia pragmática 

BRICS+ es un ejemplo fascinante de cómo naciones con sistemas políticos y valores diferentes pueden colaborar para un objetivo común. Su evolución y expansión demuestran la necesidad de una diplomacia pragmática y de buscar terrenos comunes en un mundo cada vez más dividido. La historia de BRICS+ es un recordatorio de que, a pesar de las diferencias, la cooperación internacional es no solo posible, sino también esencial para abordar los desafíos globales. 

La trayectoria de esta coalición del Sur Global, con su mezcla única de democracias y autocracias, nos enseña una lección valiosa: la diplomacia y la cooperación pueden trascender las diferencias ideológicas, creando caminos hacia un futuro más integrado y colaborativo en la arena global. 

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