En un giro geopolítico sorprendente, la decisión de Argentina de no unirse a los BRICS+, liderada por Javier Milei, ha generado un intenso debate sobre el impacto y las implicaciones de esta medida. La Argentina de Milei, enfrentando una crisis económica severa, optó por alinearse con Estados Unidos e Israel, rechazando la membresía en un grupo que calificó de «comunista», en referencia a China y Brasil. Esta postura, aunque con un claro matiz anticomunista para complacer a su base electoral, no parece alterar el futuro del bloque de los BRICS+.
El análisis de la situación comienza con la afirmación de Valdir da Silva Bezerra, analista internacional para el medio moscovita Sputnik, quien se pregunta sobre el futuro de los BRICS sin Argentina. La decisión argentina, anunciada por la canciller Diana Mondino en noviembre, parecía más un reflejo de la política interna que una estrategia global. Milei, cumpliendo una de sus promesas electorales, decidió desvincular a Argentina de iniciativas multilaterales, centrándose en resolver los problemas internos del país.

Argentina tendrá un difícil viaje
Argentina, sumida en una profunda crisis financiera, posiblemente necesitará renegociar con el FMI, una institución que los BRICS buscan reformar. Sin embargo, la decisión de Milei no parece ir en contra del interés nacional. La elección de no unirse a los BRICS, un grupo que busca desafiar el orden económico dominado por Occidente, refleja la intención de Milei de estrechar lazos con Estados Unidos y otras potencias occidentales.
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Curiosamente, la salida de Buenos Airfes del BRICS+ no disminuye su peso geopolítico. En lugar de ello, subraya una estrategia diplomática que busca equilibrar la influencia regional y global. Aunque la segunda economía más grande de Sudamérica no formará parte del bloque, esto no implica una pérdida significativa de influencia o presencia en la región. La decisión de Milei, lejos de ser una sorpresa, era previsible dada su retórica y las políticas previas.
BRICS+ cada día más fuerte
Por otro lado, los BRICS+, un grupo emergente en el panorama mundial, continúan fortaleciéndose. Argentina rechazó la invitación. Mas nada ha sido perturbado. Con la inclusión de nuevos miembros como Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita e Irán, el bloque amplía su influencia, especialmente en el sector energético. Rusia, uno de los fundadores del grupo, junto con los nuevos miembros, controla una porción significativa de los recursos energéticos mundiales, desafiando así la hegemonía del G7.

La estrategia de los BRICS de comerciar en monedas locales y reducir la dependencia del dólar en las transacciones internacionales es otro factor clave. Esta tendencia hacia la desdolarización, evidenciada por negociaciones como la de Arabia Saudita con China para vender petróleo a cambio de yuanes, representa un desafío significativo para la hegemonía económica de Estados Unidos.
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Una pérdida relevante
La no adhesión de Argentina a los BRICS+, aunque relevante, no altera significativamente la trayectoria o el poder del bloque. Los BRICS+, ahora más enfocados en Oriente Medio y Asia, continúan desempeñando un papel crucial en el reajuste del equilibrio económico global. La decisión de Argentina, lejos de ser un revés, podría interpretarse como una recalibración de sus prioridades y alianzas geopolíticas.
Mientras Argentina busca fortalecer sus lazos con Occidente, los BRICS avanzan en su agenda de desdolarización y expansión. La salida de Argentina del grupo no merma su peso geopolítico; más bien, resalta una política exterior más diversificada y enfocada en intereses nacionales específicos. En el tablero global, los BRICS siguen siendo un actor influyente, y Argentina, a su manera, mantiene su relevancia geopolítica a pesar de su decisión de no unirse al bloque.