Una tragedia sin precedentes sacude Gaza: al menos 20 palestinos fallecieron este miércoles en un centro de distribución de ayuda humanitaria, según el Ministerio de Salud de Gaza. Es la primera vez que se registran muertes por inhalación de gas lacrimógeno, combinadas con estampidas masivas en puntos críticos de asistencia alimentaria.
Centros de ayuda convertidos en trampas mortales
Los incidentes ocurrieron en diferentes centros dirigidos por la Gaza Humanitarian Foundation (GHF), respaldada por EE.UU. e Israel. Testigos relatan que el uso de grenadas aturdidoras, gas lacrimógeno y peper‑spray provocó pánico en medio de la multitud, lo que derivó en aplastamientos mortales. Médicos del hospital Nasser señalaron que la mayoría de las víctimas murieron por asfixia tras la inhalación del gas.

Denuncias cruzadas: GHF versus testimonios civiles
La GHF negó haber utilizado gas, alegando que empleó solo spray pimienta para controlar disturbios, atribuyendo el caos a supuestos “agitadores armados afiliados a Hamas”. Sin embargo, Gaza lo calificó como un “nuevo crímen”, acusando a la ONG de gestionar centros ubicados en zonas militarizadas, lo que exacerba los riesgos .
Un filtro humanitario en ruinas: ¿seguridad o desastre?
La ONU ya advirtió sobre los peligros en la curva logística en los centros de GHF, que reemplazaron al sistema previo de 400 puntos distribuidos por la ONU. Desde finales de mayo, al menos 798 personas han muerto solo en los alrededores de estos centros, en su mayoría entre madres, ancianos y menores hambrientos.
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Coste mortal de una humanitaria militarizada
Este nuevo episodio pone en evidencia los riesgos de un modelo de ayuda que combina estructura militarizada y protocolos improvisados. Ravina Shamdasani, portavoz de la ONU, calificó los centros como “trampas de muerte”, y advirtió sobre las graves consecuencias para la población civil en un enclave donde la inanición se ha convertido en arma de guerra.
