Italia tiene dos preferetis que destacan entre los más firmes candidatos para convertirse en el sucesor del recién fallecido papa Francisco, cuya partida, anunciada este lunes desde el Vaticano, ha abierto una fase crucial en la Iglesia Católica. Tras la muerte del pontífice argentino, una de las incógnitas más importantes es si Europa, y específicamente Italia, recuperará el trono papal después de cuatro décadas. Y aunque el cónclave que elegirá al próximo Papa no comienza hasta después del entierro de Francisco este sábado, ya existen movimientos estratégicos en torno a los candidatos italianos, cuya influencia y estilo podrían devolver a la Iglesia a su tradicional eje europeo.
El periodista Alejandro Germán Millán Valencia, con una reconocida carrera que inició en el periódico El Colombiano de Medellín, para luego extenderse por Buenos Aires, Los Ángeles y finalmente Londres, donde desde 2013 forma parte del equipo de BBC Mundo cubriendo temas relevantes para América Latina, planteó recientemente esta cuestión en un artículo publicado en el portal de BBC Mundo, bajo el título original: «Quién podría suceder al papa Francisco como pontífice de la Iglesia Católica«. En su análisis, Millán Valencia subrayó el complejo escenario que enfrenta hoy la Iglesia Católica, en donde la globalización impulsada por Francisco durante su pontificado se contrasta con un claro deseo europeo, especialmente italiano, de recuperar la posición que históricamente ha ocupado el país dentro del Vaticano.
Italia tiene dos preferetis
Italia tiene dos preferidos que figuran como fuertes contendientes: el cardenal Pietro Parolin, de 70 años, secretario de Estado del Vaticano bajo Francisco, y el cardenal Matteo María Zuppi, arzobispo de Bolonia y actual presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. Parolin es visto como un hombre clave del Vaticano, de voz suave pero con gran autoridad diplomática, acostumbrado al poder ya la política interna de la Curia Romana, institución que gobierna la administración central de la Iglesia Católica. Su cercanía al fallecido Papa y su experiencia en negociaciones globales lo ubican en una posición de ventaja frente a otros candidatos.

No obstante, también enfrenta críticas internas debido a posiciones conservadoras, particularmente su fuerte oposición al matrimonio homosexual. En 2015, Parolin describió la aprobación de esta medida en Irlanda como «una derrota para la humanidad». Aun así, su rol como principal asesor de Francisco y su amplio respaldo en las estructuras administrativas del Vaticano podrían jugar a su favor, consolidando así la posibilidad de que Italia vuelva al centro de la Iglesia Católica.
Matteo Maria Zuppi es más «Francisco»
Italia tiene dos preferetis, pero mientras Parolin representa el ala tradicional y diplomática, el cardenal Matteo Maria Zuppi es visto como una alternativa más cercana al espíritu pastoral y social del pontífice argentino. Nombrado cardenal por Francisco en 2019, Zuppi, conocido popularmente como «el Francisco italiano», es reconocido por sus acciones solidarias, su humildad personal y su enfoque directo hacia los pobres y migrantes. Francisco le encargó coordinar la ayuda humanitaria del Vaticano en Ucrania, en especial para la asistencia a niños víctimas de la guerra, reafirmando su proximidad con el pontífice fallecido.
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Sin embargo, Zuppi también enfrenta obstáculos. Sectores conservadores dentro del Vaticano observan con recelo su estilo y enfoque reformista, y critican especialmente la falta de resultados concretos en las investigaciones sobre abusos sexuales en la Iglesia italiana. Este tema podría restablecerle apoyo en un cónclave donde cada detalle cuenta.
El peso cardenalicio de Europa
Italia tiene dos preferencias, pero Europa en conjunto jugará un papel fundamental en la elección, dada la mayoría de 53 cardenales europeos dentro de los 135 electores totales. El viejo continente podría consolidar un bloque decisivo en esta elección. Expertos como Massimo Faggioli, destacado teólogo de la Universidad de Villanova en Estados Unidos, advierten que, aunque la Iglesia Católica se ha convertido en una institución global, Europa conserva un peso específico crucial dentro del Vaticano.
Faggioli, citado por Millán Valencia en su artículo, señala que la elección papal se verá profundamente influenciada por la política internacional, especialmente en un contexto global marcado por las tensiones políticas y diplomáticas provocadas por figuras como Donald Trump. Para muchos analistas, un Papa europeo, especialmente italiano, podría representar una posición más conservadora y alineada con ciertos intereses occidentales, en contraste con la orientación más global que adoptó Francisco.

Otros en la línea sucesoral
Italia tiene dos preferetis, pero la globalización del catolicismo presenta otros candidatos fuertes, como el filipino Luis Antonio Tagle o el congoleño Fridolin Ambongo Besungu. Tagle, apodado «el Francisco asiático», ofrece una visión moderada y un fuerte compromiso social y pastoral, especialmente atractivo en regiones como Asia, África y América Latina, donde reside la mayoría de católicos en la actualidad. Ambongo, por su parte, representa el creciente poder africano, en un continente con gran expansión demográfica católica.
La historiadora Gina A. Zurlo, experta de la Universidad de Harvard citada en el mismo artículo, destacó que para 2050 se espera que el 80% de los católicos provengan de Asia, África, América Latina y Oceanía, lo que podría inclinar la balanza hacia candidatos no europeos, si la Iglesia decide mantener la línea global trazada por Francisco. Sin embargo, la influencia europea, especialmente la italiana, continúa siendo poderosa en el Vaticano y podría inclinar el proceso hacia un retorno al viejo orden.
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«Quien entra Papa, sale cardenal»
Italia tiene dos preferetis, pero las tradiciones y proverbios populares advierten sobre las incertidumbres del cónclave: «Quien entra Papa, sale cardenal». Este dicho refleja la imprevisibilidad de una elección en la que nada está decidido hasta el momento final. Aunque Parolin y Zuppi lideran, en apariencia, la carrera italiana, otros candidatos como Peter Turkson de Ghana, o el húngaro Peter Erdo, también aparecen en la contienda con posibilidades reales, alimentando las especulaciones y las apuestas en torno al Vaticano.
En definitiva, la elección del sucesor de Francisco no solo determinará la dirección de la Iglesia Católica en los próximos años, sino que también será un barómetro de cómo la institución decide posicionarse ante los desafíos globales actuales. Europa, e Italia en particular, con sus dos preferetis, busca regresar al centro del poder religioso mundial, en un proceso donde tradición, diplomacia, globalización y espiritualidad jugarán un complejo ajedrez político hasta que el humo blanco anuncie al Papa número 267.