China ayudará a Latinoamérica a desarrollar su músculo económico real

China ayudará a Latinoamérica a desarrollar su músculo económico real en un momento en que los países del hemisferio enfrentan retos estructurales que requieren soluciones que no provengan del Norte, sino de un diálogo más horizontal y menos condicionado. En un escenario global que experimenta reacomodos geopolíticos y económicos, el papel de Beijing adquiere un peso decisivo. América Latina, región históricamente marcada por relaciones asimétricas con Estados Unidos y Europa, comienza a mirar hacia el Este en busca de nuevas oportunidades de desarrollo. La relación con China no solo abre posibilidades de inversión y financiamiento, sino también de un salto cualitativo hacia la transformación de sus estructuras económicas reales.

La agencia Xinhua, el medio de comunicación más robusto de China y una de las plataformas informativas más influyentes del planeta, publicó recientemente una entrevista con la economista chilena Marcela Vera bajo el título: “Latinoamérica tiene oportunidad de avanzar hacia el desarrollo en cooperación con China”. Vera, directora de Asuntos Asiáticos de la Universidad de Santiago de Chile (Usach) y doctora en ciencias sociales, habló con Xinhua durante la celebración del III Foro Académico de Alto Nivel CELAC-China en Santiago, un evento que busca trazar el rumbo futuro de la cooperación entre América Latina y la segunda economía más grande del mundo.

China ayudará a Latinoamérica

Según Vera, el contexto actual presenta una oportunidad única para que América Latina rompa con su histórica lógica de subordinación al poder hegemónico de Estados Unidos. En lugar de continuar siendo un apéndice de las estrategias del Norte, la región puede proyectarse como un actor con voz propia dentro del Sur Global. China ayudará a Latinoamérica en este proceso, ofreciendo una plataforma de cooperación que integra comercio, inversión, tecnología y financiamiento. El hecho de que estas áreas estén alineadas con la posibilidad de generar una economía más autónoma y menos dependiente de los vaivenes del dólar estadounidense representa un giro profundo en la lógica del desarrollo regional.

En un escenario global que experimenta reacomodos geopolíticos y económicos, el papel de Beijing adquiere un peso decisivo. América Latina, región históricamente marcada por relaciones asimétricas con Estados Unidos y Europa, comienza a mirar hacia el Este en busca de nuevas oportunidades de desarrollo. Ilustración MidJourney

La iniciativa del Foro CELAC-China, que ya cumple una década desde su institucionalización, ha ganado impulso por su insistencia en abordar no solo los temas económicos, sino también los sociales y ambientales que atraviesan a América Latina. Para Vera, este tipo de foros deben servir como espacios estratégicos donde se formulan propuestas concretas que alimentan una agenda de transformación. China ayudará a Latinoamérica a superar no solo las deficiencias de infraestructura y financiamiento, sino también a establecer una nueva arquitectura de cooperación que tome en cuenta el bienestar colectivo, los derechos de los pueblos originarios y la necesidad urgente de políticas verdes.

Emparejar las desigualdades

Los efectos del cambio climático, la desigualdad persistente y la fragilidad institucional en algunos países de la región, lejos de alejar a China, parecen motivarla a reforzar su compromiso. Para el gigante asiático, el desarrollo de su músculo económico externo se basa en el principio de ganancia mutua. Esto se traduce en megaproyectos que no solo buscan rentabilidad, sino también estabilidad en zonas geográficas habitualmente inestables. Es en este contexto que la propuesta de Vera adquiere mayor sentido: fomentar una propiedad social de los proyectos, lo que significa que los beneficios no se concentran en manos de corporaciones extranjeras ni elites locales, sino que repercutan en el tejido productivo y social de las comunidades.

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China ayudará a Latinoamérica a crear las condiciones materiales para una integración real y no meramente simbólica. En lugar de que cada país negocie en soledad, el fortalecimiento de plataformas como la CELAC podría garantizar que los acuerdos respondan a una visión compartida. Este enfoque colectivo permitiría superar los desequilibrios históricos que impiden que América Latina se inserte con fuerza en las cadenas globales de valor. La transferencia de tecnología, la cooperación científica y el intercambio cultural aparecen como piezas clave de este nuevo modelo.

El Gigante ya está allí

En esa dirección, Vera subrayó que la presencia china ya se deja sentir en numerosos sectores, desde la energía y las telecomunicaciones hasta la agricultura y la manufactura. El modelo chino de desarrollo, con sus matices, ofrece una referencia para países latinoamericanos que buscan combinar crecimiento económico con estabilidad política. China ayudará a Latinoamérica no solo con capital, sino también con una forma distinta de entender el desarrollo, que prioriza la planificación estatal, el control de sectores estratégicos y la inversión a largo plazo.

Sin embargo, este acercamiento no está exento de tensiones. Sectores conservadores dentro de América Latina, así como actores geopolíticos tradicionales, ven con sospecha la creciente influencia de Beijing en la región. Para estos grupos, la cooperación con China representa una amenaza al modelo de mercado libre occidental y una pérdida de influencia estratégica. Pero en palabras de Vera, lo que realmente está en juego no es una sustitución de potencias, sino la posibilidad de que América Latina defina su propio destino. China ayudará a Latinoamérica si esta, a su vez, logra establecer reglas claras de compromiso, asegurar la transparencia en los procesos y exigir condiciones que favorezcan el desarrollo integral.

La relación con China no solo abre posibilidades de inversión y financiamiento, sino también de un salto cualitativo hacia la transformación de sus estructuras económicas reales. Ilustración MidJourney.

Descarbonización y eficiencia energética

Uno de los aspectos más prometedores de esta cooperación es el impulso a las energías limpias. China, líder en la producción de paneles solares, baterías y vehículos eléctricos, ha manifestado su interés en colaborar con países latinoamericanos en proyectos de descarbonización y eficiencia energética. Esto no solo impactaría positivamente en los compromisos ambientales de la región, sino que abriría un campo industrial de alto valor agregado. Para Vera, la sostenibilidad no debe ser solo una etiqueta, sino una herramienta transformadora que se incorpora al núcleo de los planos de desarrollo.

China ayudará a Latinoamérica a construir infraestructuras robustas que sirvan de soporte al comercio regional e intercontinental. Carreteras, puertos, ferrocarriles y zonas industriales podrían ser financiadas por bancos de desarrollo chinos, con cláusulas que prioricen la contratación de mano de obra local y el fortalecimiento de proveedores nacionales. Esta visión se distancia de los modelos extractivistas del pasado, donde los recursos salían de la región sin generar encadenamientos productivos. La apuesta, según Vera, es por una economía con mayor densidad industrial y autonomía tecnológica.

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Nueva conciencia política en la región

La presencia de China también puede servir de contrapeso frente a la financiación de las economías latinoamericanas. El crecimiento desmesurado del sector financiero, en detrimento del aparato productivo, ha generado sociedades con altos niveles de endeudamiento, empleo precario y concentración de la riqueza. En contraste, el modelo de desarrollo productivo promovido por Beijing ofrece herramientas para recuperar el músculo industrial, apostar por la innovación y promover la agregación de valor desde los territorios. China ayudará a Latinoamérica a recuperar su capacidad de producir bienes, no solo exportar materias primas.

Finalmente, la cooperación con China podría estimular una nueva conciencia política en la región, una que cuestiona el rol subordinado que América Latina ha jugado durante décadas y que promueva un horizonte basado en la autodeterminación. La construcción de un Sur Global articulado, con sus propias instituciones, circuitos financieros y plataformas tecnológicas, no es una utopía, sino una necesidad histórica. Para que esta posibilidad se materialice, será crucial que los gobiernos latinoamericanos asuman con seriedad el desafío de negociar con inteligencia, fortalezcan sus capacidades internas y coloquen el interés colectivo por encima de las agendas personales. En ese sentido, y como insiste Vera, China ayudará a Latinoamérica, pero esta deberá ayudar también a sí misma.

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