Bruegel: Europa necesita defenderse de Rusia, con o sin Estados Unidos

Europa necesita defenderse de Rusia. Esa es la conclusión contundente que se desprende de un análisis reciente publicado por Alexandr Burilkov y Guntram Wolff en el influyente portal europeo Bruegel. En un contexto de creciente incertidumbre geopolítica, estos expertos advierten que el continente debe prepararse para enfrentar por sí mismo una amenaza rusa cada vez más tangible, incluso si el respaldo de Estados Unidos desapareciera. La advertencia no es trivial: implica que la Unión Europea tendría que movilizar sus recursos, reforzar sus ejércitos y redefinir su estrategia de defensa colectiva con una urgencia que recuerda a los días más tensos de la Guerra Fría.

El informe, titulado: “Defender Europa sin Estados Unidos: primeras estimaciones de lo que se necesita”, proviene de dos voces autorizadas en asuntos internacionales y económicos. Alexandr Burilkov, subdirector de investigación en el Centro GeoTech de GLOBSEC y profesor de relaciones internacionales en el Centro para el Estudio de la Democracia (ZDEMO) de la Universidad Leuphana de Lüneburg, se ha consolidado como una autoridad en temas de seguridad en Rusia, China y el espacio postsoviético. Por su parte, Guntram Wolff, investigador senior de Bruegel y profesor de Economía en la Universidad Libre de Bruselas, cuenta con una trayectoria sólida en temas de macroeconomía, geoeconomía y política europea. Su análisis conjunto plantea un escenario alarmante pero plausible: Europa podría necesitar al menos 300.000 soldados adicionales y un aumento anual en el gasto de defensa de 250.000 millones de euros para mantener una capacidad disuasoria efectiva contra Moscú.

Europa necesita defenderse de Rusia

Europa necesita defenderse de Rusia porque el escenario militar ha cambiado drásticamente desde el inicio de la guerra en Ucrania en 2022. Aunque la invasión inicial fue costosa para Moscú, el Kremlin ha logrado reorganizar sus fuerzas, ampliar su ejército y reforzar su industria bélica. A finales de 2024, las tropas rusas en territorio ucraniano se habían expandido a unos 700.000 efectivos, una cifra que supera ampliamente el contingente de la invasión inicial. Además, la industria militar rusa ha alcanzado niveles de producción sin precedentes desde la era soviética, fabricando y reacondicionando más de 1.500 tanques, 5.700 vehículos blindados y 450 piezas de artillería en un solo año. Esta capacidad bélica se ve reforzada por los avances en la producción de drones, donde Rusia, antes dependiente de Irán, ha desarrollado ahora una industria propia capaz de fabricar 1.800 municiones de largo alcance en 2024.

La advertencia no es trivial: implica que la Unión Europea tendría que movilizar sus recursos, reforzar sus ejércitos y redefinir su estrategia de defensa colectiva con una urgencia que recuerda a los días más tensos de la Guerra Fría. Ilustración MidJourney

Este crecimiento militar convierte a Rusia en una amenaza tangible para los países del este de Europa. Las evaluaciones de la OTAN sugieren que Moscú podría estar listo para lanzar un ataque en un plazo de tres a diez años. Incluso podría ser antes, teniendo en cuenta los ejercicios militares Zapad, programados para el verano de 2025 en Bielorrusia, que demostrarán la capacidad rusa de gestionar maniobras militares a gran escala en medio de una guerra en curso. Frente a este panorama, los autores del informe insisten en que Europa necesita defenderse de Rusia con determinación y sin depender de Washington.

El muro está en Ucrania

La primera línea de defensa europea sigue siendo, paradójicamente, Ucrania. Su ejército, curtido por más de dos años de guerra, representa hoy el mayor obstáculo para una posible agresión rusa a la Unión Europea. Sin embargo, Burilkov y Wolff advierten que el apoyo militar estadounidense, que desde febrero de 2022 ha alcanzado los 64.000 millones de euros, podría no estar garantizado en el futuro. Europa, que ha aportado una cifra similar, tendría que asumir por completo el peso de la ayuda militar si Estados Unidos se retirara del escenario. Aunque la cifra adicional de 0,12% del PIB europeo parece manejable, el desafío real sería reemplazar la base industrial militar estadounidense, un objetivo que requeriría una transformación profunda del aparato de defensa europeo.

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En el caso poco probable de que Ucrania acepte un acuerdo de paz desfavorable, la amenaza rusa no desaparecería. Al contrario, según el informe de Bruegel, Rusia seguiría aumentando su capacidad militar, lo que obligaría a la Unión Europea a acelerar de manera inmediata y masiva su preparación militar. El escenario se complica aún más si se considera que, sin la presencia estadounidense, Europa tendría que desplegar una fuerza equivalente a 300.000 soldados estadounidenses, con un enfoque especial en tropas mecanizadas y blindadas para enfrentar un posible conflicto en Europa del Este.

Europa necesita defenderse de Rusia no solo fortaleciendo sus tropas, sino también superando uno de sus mayores obstáculos: la fragmentación de sus ejércitos nacionales. Actualmente, la Unión Europea, el Reino Unido y Noruega cuentan con aproximadamente 1,47 millones de efectivos militares activos. No obstante, la falta de un mando unificado reduce significativamente su eficacia. La OTAN, cuyo liderazgo ha estado tradicionalmente en manos de Estados Unidos, funciona bajo un esquema en el que el Comandante Supremo Aliado en Europa es un general estadounidense. Si Estados Unidos se retirara, la UE tendría que reconfigurar su estructura de mando y lograr una coordinación sin precedentes entre sus fuerzas armadas para mantener una defensa cohesionada.

La guerra industria es primero

Más allá de la coordinación, el reto industrial es igualmente desafiante. Para igualar el poder militar que Estados Unidos ofrece actualmente en suelo europeo, el continente necesitaría desplegar alrededor de 1.400 tanques, 2.000 vehículos de combate de infantería y 700 piezas de artillería pesada. Estas cifras superan la capacidad combinada de las fuerzas terrestres francesas, alemanas, italianas y británicas en la actualidad. Además, se requeriría una reserva mínima de un millón de proyectiles de artillería de 155 mm para sostener 90 días de combates intensivos.

Europa necesita defenderse de Rusia porque el escenario militar ha cambiado drásticamente desde el inicio de la guerra en Ucrania en 2022. Aunque la invasión inicial fue costosa para Moscú, el Kremlin ha logrado reorganizar sus fuerzas, ampliar su ejército y reforzar su industria bélica. Ilustración MidJourney.

El desafío financiero es igualmente colosal. Aumentar el gasto en defensa hasta un 3,5% del PIB implicaría una inversión anual de 250.000 millones de euros. Aunque parece una carga inmensa, los autores del informe señalan que las compras a gran escala podrían reducir significativamente los costos unitarios gracias a las economías de escala. La producción de drones, por ejemplo, es un área donde Europa podría igualar a Rusia si realiza pedidos masivos. Un caso emblemático es el contrato de 6.000 drones de largo alcance realizado por la empresa alemana Helsing para Ucrania, que marca un punto de partida en el intento europeo por alcanzar la paridad tecnológica en el ámbito bélico.

Europa necesita defenderse de Rusia también con innovación tecnológica. La modernización de las capacidades de inteligencia, comunicación satelital y guerra electrónica será clave para igualar las capacidades rusas. La Iniciativa Escudo del Cielo Europeo es un ejemplo de este esfuerzo, al centrarse en reforzar las defensas aéreas frente a los avances rusos en misiles y drones. Este tipo de proyectos requieren una fuerte inversión y una cooperación estrecha entre los Estados miembros, evitando la intervención gubernamental en las empresas para garantizar la eficiencia del mercado.

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Efectos positivos a largo plazo

Desde una perspectiva macroeconómica, el aumento del gasto en defensa podría tener efectos positivos a largo plazo. Según estudios recientes, el incremento de la inversión militar no solo fortalecería la seguridad europea, sino que también podría estimular el crecimiento económico mediante la innovación tecnológica y la creación de empleo en sectores estratégicos. Además, el financiamiento mediante deuda, en el corto plazo, podría ser una solución viable sin desestabilizar la economía europea.

El liderazgo alemán será decisivo en este proceso. Alemania, como potencia económica central en Europa, tendría que asumir gran parte de la carga financiera, aportando alrededor de 100.000 millones de euros anuales adicionales para alcanzar un gasto en defensa equivalente al 3,5% de su PIB. Sin embargo, la realidad actual muestra una Alemania rezagada en el cumplimiento de sus compromisos militares con la OTAN. El informe de Bruegel sugiere que Berlín necesitará no solo aumentar su presupuesto, sino también reorganizar sus fuerzas armadas y asumir un papel de liderazgo en la coordinación de las capacidades militares europeas.

Europa necesita defenderse de Rusia con decisión, preparación y unidad. La amenaza rusa no es solo una cuestión de números, sino también de estrategia, coordinación y voluntad política. La seguridad del continente ya no puede depender exclusivamente del paraguas estadounidense; es hora de que Europa asuma su propio destino, fortalezca su industria militar y consolide una defensa colectiva capaz de enfrentar los desafíos del siglo XXI.

 

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