La administración de Donald Trump ha desmontado las barreras que protegían los comicios estadounidenses de la intromisión electoral extranjera. Decenas de funcionarios encargados de mitigar el impacto de la propaganda y desinformación provenientes de actores extranjeros han sido reasignados, despedidos o sus agencias han sido desmanteladas. La medida ha generado preocupación entre expertos en seguridad nacional, quienes advierten que Estados Unidos ha quedado expuesto a campañas de influencia que buscan socavar la confianza en el sistema democrático del país.
Este reportaje se basa en el trabajo original de Steven Lee Myers, Julián E. Barnes y Sheera Frenkel , periodistas de The New York Times , quienes publicaron la pieza titulada: «Trump desmantela operaciones gubernamentales de lucha contra la influencia extranjera». Steven Lee Myers, desde San Francisco, ha investigado ampliamente sobre desinformación y operaciones de influencia digital. Julián E. Barnes, por su parte, cubre la comunidad de inteligencia estadounidense, mientras que Sheera Frenkel analiza el impacto de las redes sociales en la difusión de información engañosa. Juntos, han expuesto cómo la administración Trump ha debilitado los esfuerzos federales para enfrentar la intromisión electoral extranjera.
Intromisión electoral extranjera
Según su investigación, la administración Trump ha eliminado puestos clave en agencias como el Buró Federal de Investigaciones (FBI) y la Agencia de Seguridad Cibernética e Infraestructura (CISA), lo que ha desmantelado los equipos responsables de rastrear e identificar campañas de manipulación extranjera. Estas acciones han sido justificadas por la Casa Blanca bajo el argumento de que las agencias federales estaban violando la libertad de expresión de los ciudadanos al etiquetar ciertos contenidos como desinformación. Sin embargo, para los expertos, esto equivale a abrir las puertas a la intromisión electoral extranjera, permitiendo que adversarios como Rusia, China e Irán operen sin restricciones.

Los recortes han afectado no solo a funcionarios que combatían la desinformación en línea, sino también a aquellos encargados de proteger la infraestructura electoral ante ciberataques. Durante los últimos comicios, los equipos ahora desmantelados lograron identificar y mitigar varias operaciones de influencia digital dirigidas a engañar a los votantes. Sin embargo, con la reciente purga de especialistas en seguridad electoral, Estados Unidos enfrenta un vacío que podría ser aprovechado por actores externos para sembrar desconfianza en el sistema democrático.
Quejas desde Arizona
El secretario del Estado de Arizona, Adrián Fontes, alertó sobre los riesgos de desmantelar estos equipos en plena temporada electoral. En una carta dirigida al presidente Trump, Fontes comparó los recortes con cerrar la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica antes de la temporada de huracanes, enfatizando que la intromisión electoral extranjera sigue siendo una amenaza latente. Para los demócratas y muchos expertos en seguridad, la eliminación o un grave riesgo para la estabilidad de las instituciones estadounidenses.
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Trump y su círculo cercano han sostenido que las políticas anteriores limitaban la libertad de expresión y favorecían la censura de voces conservadoras en redes sociales. La administración ha argumentado que las iniciativas contra la desinformación estaban diseñadas para silenciar opiniones incómodas en lugar de proteger la integridad electoral. Como parte de este enfoque, el 5 de febrero, la fiscal general Pam Bondi ordenó la disolución de un grupo de trabajo del FBI creado para investigar la interferencia extranjera en los cómics de 2016. Esta decisión ha sido vista como un mensaje claro de que el nuevo gobierno no prioriza la lucha contra la intromisión electoral extranjera.
Cesados o reasignados
La CISA, que jugó un papel clave en la detección de campañas de influencia en elecciones anteriores, ha despedido a más de una docena de funcionarios especializados en ciberseguridad electoral. Además, eliminó una sección de su sitio web titulada: «Rumores versus realidad», la cual ayudó a los votantes a identificar información falsa sobre el proceso electoral. La eliminación de este recurso ha generado alarma entre defensores de la democracia, quienes advierten que la decisión deja a los ciudadanos sin herramientas oficiales para discernir entre hechos y desinformación.
Incluso antes del regreso de Trump a la Casa Blanca, algunos republicanos ya habían bloqueado la renovación de iniciativas clave para combatir la propaganda extranjera. El Centro de Participación Global del Departamento de Estado, una de las principales agencias dedicadas a la lucha contra la influencia de Rusia y China, cerró en diciembre tras la negativa del Congreso de renovar su financiamiento. Más de 125 empleados fueron reasignados o perdieron sus contratos, lo que redujo la capacidad del gobierno para responder a amenazas extranjeras.
«Complejo industrial de censura»
A pesar de las advertencias de expertos en seguridad nacional, la nueva administración ha seguido adelante con la reestructuración de las agencias gubernamentales. La directora interna de la CISA, Bridget E. Bean, anunció la suspensión de fondos para programas de coordinación de seguridad electoral. Esta medida, junto con los despidos masivos, ha debilitado aún más las defensas del país ante la intromisión electoral extranjera.

Los republicanos, alineados con la agenda de Trump, han justificado estas decisiones argumentando que los esfuerzos anteriores eran parte de un «complejo industrial de censura» destinado a perjudicar a los conservadores. En el Congreso y en varios estados, los legisladores han impulsado acciones legales para restringir cualquier iniciativa gubernamental que busque etiquetar contenidos como desinformación. Para figuras como el vicepresidente JD Vance, la lucha contra la desinformación no es más que un intento de encubierto de controlar la opinión pública.
Sin embargo, expertos en inteligencia advierten que eliminar estas protecciones hace que Estados Unidos sea más vulnerable a campañas de manipulación externa. Lance Hunter, profesor de la Universidad de Augusta en Georgia, sostiene que las operaciones de influencia extranjera no solo buscan alterar elecciones, sino también debilitar la estabilidad política del país. Según Hunter, la desinformación es una herramienta utilizada por gobiernos hostiles para generar caos, polarización y desconfianza en las instituciones democráticas.
Nadie detiene al Proyecto 2025
A pesar de las advertencias de la comunidad de inteligencia, la administración ha seguido adelante con la implementación del Proyecto 2025, un plan conservador para reestructurar el gobierno federal. Este documento, impulsado por aliados de Trump, propone la eliminación de unidades encargadas de combatir la desinformación y la vigilancia de campañas de influencia extranjera. Entre las medidas ya ejecutadas está el cierre de la unidad de seguridad electoral de la CISA y la eliminación del grupo de trabajo del FBI sobre desinformación.
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La decisión de Trump de retirar el financiamiento y eliminar estos equipos podría tener consecuencias de largo alcance en futuras elecciones. Sin mecanismos de defensa robustos, Estados Unidos queda expuesto a la manipulación de actores externos que buscan influir en el electorado y sembrar dudas sobre la legitimidad de los procesos democráticos. Sin embargo, la Casa Blanca insiste en que estas responden a un esfuerzo por restaurar la libertad de expresión y limitar el poder del gobierno sobre el contenido que circula en plataformas digitales.
El debate sobre la desinformación y la interferencia extranjera sigue en curso. Mientras la administración Trump desmantela los sistemas de defensa electoral, sus críticos advierten que la intromisión electoral extranjera no es un problema del pasado, sino una amenaza latente que podría definir el futuro político del país.