Trump llevará la paz al Oriente Medio y para lograrlo debe sacar a los palestinos de Gaza

La reciente declaración del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre su visión para la paz en el Oriente Medio ha sacudido a la comunidad internacional. En su plan, la única forma viable de estabilizar la región pasa por sacar a los palestinos de Gaza, un movimiento que, según sus palabras, permitiría a la Franja convertirse en un centro de desarrollo y turismo sin los problemas actuales. Esta propuesta ha generado una reacción inmediata tanto en aliados como en adversarios, reavivando el debate sobre el futuro de Gaza y la viabilidad de una solución duradera para el conflicto palestino-israelí.

Jonathan Panikoff, director de la Iniciativa de Seguridad de Oriente Medio Scowcroft del Atlantic Council y ex oficial adjunto de inteligencia nacional para el Cercano Oriente en el Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos, publicó recientemente un análisis titulado: “Trump habla en serio sobre cambiar Oriente Medio, incluso si su plan para Gaza no es…” en el portal del Atlantic Council. Panikoff desglosó la propuesta de Trump, señalando que su anuncio sorprenderá a muchos en Washington, Europa y el mundo árabe, pero que no debería ser tomado como una simple ocurrencia. Según el experto, el planteamiento de Trump no busca convencer a Hamás de aceptar un acuerdo más favorable a Israel ni presionar a Egipto y Jordania para que se alineen con las preferencias de Washington. En cambio, su estrategia parece estar diseñada para transformar principalmente la relación de Estados Unidos con la región, reduciendo su implicación militar y financiera a largo plazo.

Desde la perspectiva de Trump, sacar a los palestinos de Gaza no solo sería una solución geopolítica, sino también una medida pragmática para disminuir los costos que representan el conflicto para Estados Unidos. La operación del sistema de defensa israelí Iron Dome, por ejemplo, requiere de misiles interceptores cuyo costo asciende a más de cincuenta mil dólares por unidad, financiados en gran parte por el gobierno estadounidense. Además, Washington destina anualmente más de 1.400 millones de dólares en ayuda a Egipto y Jordania, principalmente para seguridad. Si Trump logra materializar su plan, cree que se podría crear un nuevo orden en la región, donde Gaza pasaría de ser un territorio en guerra a un enclave de prosperidad económica.

Desde la perspectiva de Trump, sacar a los palestinos de Gaza no solo sería una solución geopolítica, sino también una medida pragmática para disminuir los costos que representan el conflicto para Estados Unidos. Ilustración MidJourney

¿El negocio?: sacar a los palestinos de Gaza

Los detalles del plan no son del todo claros, pero lo que sí está en evidencia es que el expresidente no está preocupado por las implicaciones legales o morales de su propuesta. Panikoff destaca que, en términos del derecho internacional, el desplazamiento forzado de poblaciones es una violación grave, pero Trump parece indiferente ante estas normativas. Su razonamiento es que, si la población de Gaza se reubica en otras naciones, Estados Unidos ya no tendría la obligación de intervenir constantemente en la región ni de garantizar la seguridad de Israel con un gasto desproporcionado.

Los líderes árabes han reaccionado con escepticismo ante la idea de sacar a los palestinos de Gaza y trasladarlos a terceros países. El presidente egipcio, Abdul Fatah el-Sisi, y el rey jordano, Abdullah II, han manifestado su rechazo a cualquier intento de reasentamiento de palestinos en sus territorios, argumentando que tal movimiento no solo violaría el derecho internacional, sino que también desestabilizaría sus propias naciones. La llegada de miles o incluso millones de palestinos a Jordania podría generar una crisis de identidad nacional, dado que más de la mitad de la población jordana ya es de origen palestino. En Egipto, la situación no sería menos delicada, pues el gobierno de El Cairo teme que la entrada masiva de refugiados incluya a miembros de Hamás y otros grupos armados, lo que podría traducirse en un incremento del terrorismo en la región.

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Netanyahu: Vale la pena considerarlo

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no ha expresado un respaldo claro a la idea de Trump, aunque tampoco la ha rechazado de manera tajante. Durante una conferencia de prensa, Netanyahu mencionó que el plan del presidente estadounidense “vale la pena considerarlo”, una declaración calculada que busca evitar fricciones con su aliado político sin comprometerse con una propuesta que podría generar un rechazo internacional masivo. Aunque Israel podría beneficiarse en el corto plazo de una Gaza sin palestinos, las repercusiones a largo plazo podrían ser contraproducentes, especialmente si el desplazamiento forzado genera una oleada de violencia y radicalización en otros puntos del mundo árabe.

Si bien la propuesta de Trump sugiere una solución pragmática desde el punto de vista financiero y estratégico, la realidad es que su implementación sería prácticamente imposible sin un nivel de resistencia masiva. Sacar a los palestinos de Gaza requeriría una operación a gran escala, con una coordinación militar internacional y el consentimiento de múltiples actores regionales, algo que actualmente parece improbable. Aun así, el presidente cree que los países del Golfo, en particular Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Qatar, podrían financiar el reasentamiento de los habitantes de Gaza en nuevas ciudades diseñadas para albergarlos fuera del enclave costero.

La Riviera del Medio Oriente

A pesar de las reacciones negativas de diversos sectores, Trump insiste en que su plan es una oportunidad única para convertir a Gaza en “la Riviera del Medio Oriente”. Su visión es la de un territorio completamente reconstruido, sin los conflictos históricos que han durado su desarrollo durante décadas. En su lógica, una Gaza despoblada de palestinos sería más atractiva para las inversiones extranjeras y el turismo, lo que eventualmente permitiría un nuevo orden en la región.

Además, Washington destina anualmente más de 1.400 millones de dólares en ayuda a Egipto y Jordania, principalmente para seguridad. Si Trump logra materializar su plan, cree que se podría crear un nuevo orden en la región, donde Gaza pasaría de ser un territorio en guerra a un enclave de prosperidad económica. Ilustración MidJourney.

Sin embargo, la gran incógnita es cómo la comunidad internacional reaccionará ante la ejecución de un plan que implica un desplazamiento forzoso de millones de personas. La historia ha demostrado que cualquier intento de reubicar poblaciones en contra de su voluntad suele terminar en crisis humanitaria de grandes proporciones, y la población palestina ya ha sufrido múltiples episodios de desplazamiento desde la creación del Estado de Israel en 1948. El hecho de que Trump no haya dado detalles concretos sobre cómo manejaría la logística del traslado solo incrementa la incertidumbre en torno a su propuesta.

¿Habló el dueño de mundo?

La comunidad internacional, incluidos aliados clave de Estados Unidos en Europa y Asia, se enfrenta ahora a un dilema: ignorar la propuesta de Trump y esperar que se disuelva con el tiempo o reaccionar de manera contundente para impedir que se convierta en una política oficial. Si bien la probabilidad de que este plan se ejecute en su totalidad es baja, su mera existencia revela una mentalidad dentro de ciertos sectores de la política estadounidense que busca soluciones extremas para problemas complejos.

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El impacto de esta propuesta en los Acuerdos de Abraham, que han facilitado la normalización de relaciones entre Israel y varios países árabes, también es incierto. Mientras que Trump confía en que estos acuerdos pueden ampliarse con su plan, la realidad es que la reubicación forzada de palestinos podría generar un repudio internacional que pondría en peligro las relaciones entre Israel y sus nuevos aliados en el Golfo. Arabia Saudita ya ha declarado que no normalizará las relaciones con Israel sin una solución justa para los palestinos, y la iniciativa de Trump podría alejar aún más esa posibilidad.

En conclusión, sacar a los palestinos de Gaza no solo es una idea que enfrenta enormes desafíos logísticos y políticos, sino que además plantea preguntas fundamentales sobre el papel de Estados Unidos en la región y el futuro de la causa palestina. La visión de Trump sobre la paz en el Oriente Medio es radical y polémica, pero su impacto en el debate global es innegable. Aunque su plan pueda no concretarse en la práctica, lo cierto es que ha reavivado el debate sobre el futuro de Gaza y ha obligado a los líderes internacionales a reflexionar sobre el papel de Estados Unidos en la resolución del conflicto.

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