Una sesgada narrativa que intenta «dibujar» un absurdo por qué de la guerra ruso-ucraniana

El conflicto entre Rusia y Ucrania, que ha acaparado la atención mundial desde su intensificación en 2022, ha sido analizada desde innumerables perspectivas. Sin embargo, pocas interpretaciones han causado tanto revuelo como la pieza editorial de Andrew Chakhoyan publicada en The Hill, titulada: “La verdadera razón por la que Rusia invadió Ucrania”. En su artículo, Chakhoyan plantea una narrativa cargada de argumentos que refuerzan la visión de una Rusia imperialista y culturalmente colonizadora, pero sin abordar el contexto más amplio de la historia y las dinámicas geopolíticas que subyacen al conflicto. Este enfoque ha generado polémica, especialmente por lo que podría denominarse «un absurdo por qué de la guerra ruso-ucraniana», una descripción que se queda corta al ignorar matices históricos, éticos y estratégicos esenciales.

Andrew Chakhoyan, quien ejerce como director académico de la Universidad de Ámsterdam, posee un plan de estudios impresionante. Graduado de la Escuela Kennedy de Harvard y de la Universidad Tecnológica Estatal de Donetsk, Chakhoyan ha trabajado en importantes instituciones, como la Millennium Challenge Corporation del gobierno de Estados Unidos. En su artículo para The Hill, utiliza una combinación de referencias históricas y relatos impactantes, como la grotesca historia fabricada por la propaganda rusa sobre un niño crucificado, para argumentar que el conflicto no es más que una expresión de la naturaleza imperialista y colonizadora de Rusia. Si bien Chakhoyan no carece de fundamentos en su análisis, omite reconocer que las ambiciones territoriales y el expansionismo no son exclusivos de Rusia, sino características compartidas por todos los imperios, pasados ​​y presentes, incluyendo a Estados Unidos y sus aliados occidentales.

Absurdo por qué de la guerra ruso-ucraniana

El enfoque de Chakhoyan, que insinúa que Rusia carece de valores compartidos y se sostiene únicamente mediante la fuerza y ​​el engaño, ignora contextos históricos más amplios. Desde la fundación de Moscovia como recaudadora de impuestos de la Horda de Oro hasta la autoproclamación de Iván IV como “zar de toda la Rus”, el artículo señala aspectos clave del pasado ruso, pero los presenta de forma sesgada, como si fueran anomalías históricas. Este sesgo, que podría denominarse de retrospectiva, refuerza la idea de «un absurdo por qué de la guerra ruso-ucraniana», al presentar la narrativa rusa como una excepción, cuando en realidad las dinámicas de poder y conquista han sido propias de la historia de casi todas las grandes potencias.

La historia también juega un papel central en la propaganda rusa, pero la narrativa de Chakhoyan omite cómo esa misma propaganda encuentra eco en una población que ha sido moldeada por siglos de conflictos y humillaciones nacionales. Ilustración MidJourney

Expertos en geopolítica, como John Mearsheimer de la Universidad de Chicago, han planteado que la expansión de la OTAN hacia el este fue un factor clave en la escalada del conflicto. Según Mearsheimer, “Rusia percibe la expansión de la OTAN como una amenaza directa a su seguridad, y la guerra en Ucrania es, en gran medida, una reacción a esa percepción”. Sin embargo, esta perspectiva rara vez se menciona en análisis como el de Chakhoyan, que prefieren centrar la narrativa en los defectos históricos y éticos de Rusia. Al hacerlo, se pierde de vista un componente crucial: la responsabilidad compartida de Occidente en las tensiones actuales. Ignorar estas dimensiones genera una narrativa simplista que alimenta la polarización y refuerza «un absurdo por qué de la guerra ruso-ucraniana», en lugar de fomentar un entendimiento más equilibrado.

No es una cuestión de simplezas

La historia también juega un papel central en la propaganda rusa, pero la narrativa de Chakhoyan omite cómo esa misma propaganda encuentra eco en una población que ha sido moldeada por siglos de conflictos y humillaciones nacionales. Investigadores como Jade McGlynn han señalado que la aceptación de la guerra en la sociedad rusa no es simplemente producto de la propaganda estatal, sino una manifestación de un ethos colectivo. Según McGlynn, “la guerra de Rusia contra Ucrania es popular entre un gran número de rusos porque les permite proyectar su inseguridad y justificar su lugar en el mundo”. Este enfoque sociológico refuerza la idea de que el apoyo a la guerra no puede reducirse a un simple control estatal, sino que está arraigado en una compleja interacción entre identidad nacional y orgullo herido.

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En este contexto, es pertinente considerar también las declaraciones del historiador Janusz Bugajski, quien describe el modelo de gobierno ruso como uno que históricamente se ha sostenido mediante la explotación de sus provincias y la opresión interna. Según Bugajski, “Rusia no ha evolucionado hacia una nación postimperial como lo hicieron España, Portugal o Bélgica; en cambio, ha perpetuado su ethos imperial como una herramienta para mantener su cohesión interna”. Sin embargo, reducir la motivación de Rusia en Ucrania a un mero instinto imperialista, como sugiere Chakhoyan, pasa por altos factores estratégicos, como la importancia de Crimea para la seguridad marítima rusa y las tensiones energéticas en Europa. Este tipo de análisis, que carece de matices, contribuye a perpetuar «un absurdo por qué de la guerra ruso-ucraniana», al simplificar un conflicto profundamente enredado en cuestiones históricas y geopolíticas.

En el plano internacional, las reacciones al conflicto han variado. Mientras que Occidente ha impuesto severas sanciones económicas y ha brindado apoyo militar a Ucrania, países como China e India han adoptado una postura más neutral, enfocándose en sus propios intereses estratégicos. Ilustración MidJourney.

Crisis energética global tiene un ganador

En el plano internacional, las reacciones al conflicto han variado. Mientras que Occidente ha impuesto severas sanciones económicas y ha brindado apoyo militar a Ucrania, países como China e India han adoptado una postura más neutral, enfocándose en sus propios intereses estratégicos. Según datos del Instituto de Estudios Estratégicos de Londres, la guerra en Ucrania ha desencadenado una crisis energética global, con precios del gas natural que aumentarán un 300% en Europa durante 2022. Esta situación ha generado tensiones incluso entre aliados, con países europeos enfrentando protestas internas por el aumento del costo de vida. Estos datos subrayan la necesidad de analizar el conflicto no solo desde la perspectiva de las intenciones rusas, sino también desde el impacto global y las respuestas internacionales.

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Finalmente, el artículo de Chakhoyan, aunque persuasivo, refuerza una narrativa parcial que dificulta una comprensión integral del conflicto. Es cierto que Rusia no es inocente en su agresión hacia Ucrania, pero tampoco puede ignorar el papel de las potencias occidentales en la configuración del escenario actual. Al señalar a Rusia como el único actor con responsabilidad histórica y moral, se perpetúa «un absurdo por qué de la guerra ruso-ucraniana», que no solo distorsiona la realidad, sino que también impide avanzar hacia soluciones diplomáticas. Una narrativa más equilibrada, que reconozca las fallas y motivaciones de todas las partes involucradas, es esencial para desentrañar las verdaderas raíces de este conflicto y buscar caminos hacia la paz.

 

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