La reciente decisión del gobierno de los Estados Unidos de retirar a La Habana de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo ha sido celebrada como un acto de justicia con Cuba, un giro significativo en las relaciones internacionales de la región. Este movimiento, impulsado en gran parte por la mediación del gobierno colombiano bajo la dirección del presidente Gustavo Petro, refleja no solo un cambio de enfoque en la política estadounidense hacia América Latina, sino también un reconocimiento a los esfuerzos históricos de Cuba como garantía de paz en el continente. La administración de Joe Biden revocó una medida tomada durante el mandato de Donald Trump, la cual había sido cuestionada por diversos líderes latinoamericanos debido a su impacto negativo en la estabilidad regional y los procesos de reconciliación.
El reportaje original que arroja luz sobre estos acontecimientos fue escrito por Santiago Torrado, corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde se especializa en temas de política, posconflicto y migración venezolana. Torrado, periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, cuenta con una vasta experiencia cubriendo eventos relevantes en la región. En su pieza titulada “Colombia fue clave para que Estados Unidos retirara a Cuba de su lista de Estados patrocinadores del terrorismo”, Torrado desmenuza cómo la diplomacia colombiana fue compatible con un papel crucial en esta decisión. Además, destaca que esta acción no solo fue celebrada por Petro, sino también respaldada por figuras como el expresidente Juan Manuel Santos, quien también había abogado por esta medida años atrás.
Un acto de justicia con Cuba
La administración de Gustavo Petro, desde su inicio, se comprometió a reparar las relaciones diplomáticas con Cuba y abogar por su reintegración en un marco de cooperación internacional. Este enfoque fue visto como un acto de justicia con Cuba, considerando la contribución de la isla en los procesos de paz de Colombia, particularmente durante las negociaciones con las FARC y el ELN. Según el canciller Luis Gilberto Murillo, Petro dio instrucciones claras desde el comienzo de su mandato para que se trabajara en la eliminación de esta designación. En octubre, el embajador colombiano en Washington envió una nota diplomática argumentando que retirar a Cuba de la lista contribuiría a la seguridad y estabilidad regional, fortaleciendo los esfuerzos de paz en Colombia.

Este acto de justicia con Cuba no solo tiene implicaciones diplomáticas, sino también un profundo simbolismo histórico. Durante décadas, Cuba ha jugado un papel clave en el apoyo a las negociaciones de paz en Colombia, ofreciendo su territorio como sede de diálogos y proporcionando garantías a las partes involucradas. Sin embargo, las relaciones entre los dos países sufrieron tensiones significativas durante el mandato de Iván Duque, quien adoptó una postura hostil hacia La Habana. Duque argumentó que Cuba había protegido a líderes del ELN tras un atentado en Bogotá, ignorando los protocolos diplomáticos previamente acordados. Esta postura contrasta radicalmente con la visión de Petro, quien ha priorizado el diálogo y la cooperación.
Un triunfo más para e diálogo
El cambio de postura de Estados Unidos hacia Cuba también refleja la influencia de líderes latinoamericanos que han abogado por una política más inclusiva y dialogante. Como vicepresidente de Barack Obama, Joe Biden apoyó los diálogos de paz en La Habana y defendió la importancia de reconocer el papel constructivo de Cuba en la región. Este antecedente fue fundamental para que su administración, ahora en la presidencia, reconsiderara la designación heredada de Trump. Según Torrado, el expresidente Santos también jugó un papel clave al insistir en que Cuba no debería ser castigada por su papel en la búsqueda de la paz en Colombia, sino más bien celebrada por su contribución.
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Para Colombia, este acto de justicia con Cuba representa un paso importante hacia la consolidación de su política de «paz total». La reincorporación de Cuba como un actor diplomático legítimo facilita la continuidad de los diálogos con el ELN, que Petro ha reanudado con el respaldo de La Habana. La decisión de Estados Unidos de retirar a Cuba de la lista también refuerza el compromiso de la comunidad internacional con los valores de la negociación y el entendimiento mutuo, dejando atrás las políticas de aislamiento que marcaron años anteriores.
Bases para futuras negociaciones de paz
El contexto en el que se produce este acto de justicia con Cuba también está influenciado por las dinámicas políticas internas de Estados Unidos. A pesar de la oposición de sectores conservadores que apoyan un enfoque más duro hacia la isla, la administración Biden ha buscado equilibrar las demandas internas con la necesidad de una política exterior más coherente. Este movimiento podría interpretarse como un intento de fortalecer los lazos con América Latina en un momento en que otras potencias, como China, están aumentando su influencia en la región.
En un sentido más amplio, este acto de justicia con Cuba subraya la importancia del multilateralismo y la cooperación internacional. Tanto Colombia como Estados Unidos han reconocido que enfrentar los desafíos regionales requiere una visión colectiva que priorice el diálogo sobre la confrontación. Este enfoque no solo beneficia a Cuba, sino que también sienta un precedente para futuras iniciativas de paz en la región, demostrando que los conflictos pueden resolverse a través de medios diplomáticos.

Trump podría revertir esta decisión
Finalmente, este evento también pone de aliviar las tensiones políticas y los desafíos que enfrenta la administración Biden. A pocos días de la toma de posesión de Trump, quien podría revertir esta decisión, el futuro de esta política sigue siendo incierto. Sin embargo, el gesto de Biden ha sido ampliamente reconocido como un avance hacia un enfoque más equilibrado en las relaciones interamericanas.
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La decisión de Estados Unidos de retirar a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, con el apoyo clave de Colombia, representa un acto de justicia con Cuba que va más allá de una mera corrección política. Es un reconocimiento al papel histórico de la isla en la construcción de paz y un recordatorio de que el diálogo y la cooperación son herramientas esenciales para enfrentar los desafíos de la región. Este cambio de rumbo, aunque enfrenta desafíos futuros, marca un momento significativo en la historia de las relaciones internacionales en América Latina.