El fracaso del metaverso se perfila como uno de los episodios tecnológicos más comentados de los últimos años. Prometido como la siguiente gran revolución digital, la realidad de esta tecnología ha quedado muy lejos de las expectativas generadas por anuncios de líderes de la industria como Mark Zuckerberg y Bill Gates. A pesar de las inversiones multimillonarias y los esfuerzos publicitarios, el metaverso ha mostrado limitaciones técnicas y de adopción que han reducido su impacto a nichos específicos, en lugar de convertirse en un fenómeno masivo.
Alberto Raposo, académico y director del Departamento de TI de la PUC-Rio, abordó este fenómeno en un artículo titulado, «Metaverso: la ‘revolución’ que aún no se ha cumplido», publicado en el portal The Conversation. Raposo, un reconocido experto en computación gráfica y realidad virtual con más de 270 artículos publicados y colaboraciones con empresas como Petrobras y NVIDIA, analiza en su trabajo cómo las expectativas desproporcionadas han sido la raíz de este engaño. Según el autor, los anuncios de 2021 de Zuckerberg y Gates crearon un panorama optimista pero poco realista, ignorando las limitaciones técnicas tanto en hardware como en software.
Acerca del fracaso del Metaverso
El fracaso del metaverso no implica que esta tecnología esté muerta, pero sí refleja los errores estratégicos en su desarrollo. Uno de los principales problemas radica en el hardware. Los dispositivos como gafas de realidad virtual y aumentada, a pesar de los avances, siguen siendo incómodos, costosos y poco accesibles para el uso prolongado. Además, muchos usuarios experimentan efectos secundarios como fatiga ocular, mareos y náuseas, conocidos colectivamente como “ciberenfermedad”. Estos factores han desincentivado a las empresas y consumidores a adoptar esta tecnología de manera masiva, evidenciando que aún falta mucho para lograr una experiencia inmersiva fluida.

Por otro lado, las limitaciones del software también han contribuido al estancamiento del metaverso. Según Raposo, la falta de estándares universales ha fragmentado el ecosistema en múltiples plataformas incompatibles entre sí, lo que dificulta la creación de experiencias integradas. Este problema contrasta con el éxito de la World Wide Web, que revolucionó la comunicación global en los años noventa precisamente gracias a su estandarización. Sin una plataforma unificada ni una “killer application” que motive a los usuarios a cambiar sus hábitos tecnológicos, el metaverso sigue siendo un concepto disperso y poco convincente.
La AI llegó arrasando
El fracaso del metaverso también está relacionado con la aparición de tecnologías competidoras. La irrupción de la inteligencia artificial generativa ha desviado la atención de las grandes empresas tecnológicas, que han reorientado sus recursos hacia aplicaciones de aprendizaje automático y automatización. Mientras tanto, la popularidad inicial del metaverso se ha desinflado, eclipsada por innovaciones que ofrecen resultados más inmediatos y tangibles. Este cambio de prioridades ha dejado al metaverso en un limbo, sin el respaldo financiero necesario para superar sus barreras técnicas.
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Sin embargo, no todo es pesimismo en el horizonte. El metaverso ha encontrado cierto éxito en sectores específicos como los videojuegos, con plataformas como Roblox, Fortnite y Minecraft atrayendo a más de 500 millones de usuarios activos mensuales. Estas herramientas, dirigidas principalmente a un público joven, han generado ingresos significativos y demostraron que el concepto tiene potencial en mercados especializados. Además, iniciativas como Omniverse de NVIDIA han comenzado a abordar la falta de estandarización al introducir formatos de datos abiertos como OpenUSD, que podrían sentar las bases para una mayor interoperabilidad en el futuro.

Cuestión de promesas incumplidas
El fracaso del metaverso, como señala Raposo, es más una cuestión de promesas incumplidas que de incapacidad tecnológica. Las expectativas desmesuradas creadas por los anuncios visionarios han generado una decepción proporcional, pero la tecnología sigue avanzando, aunque a un ritmo más lento del esperado. La generación más joven, acostumbrada al uso de avatares y entornos digitales en los videojuegos, podría ser la clave para revitalizar el interés en el metaverso en las próximas décadas, siempre que se superen sus limitaciones actuales.
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En este contexto, es crucial que las empresas tecnológicas aprendan de este episodio. El entusiasmo inicial debe ir acompañado de evaluaciones realistas sobre lo que es posible en el corto plazo, evitando generar expectativas que no puedan cumplirse. Solo entonces, el metaverso podrá evolucionar de un concepto fragmentado a una herramienta realmente transformadora en el ámbito digital.