La delincuencia lleva a los chilenos a coquetear con visiones autoritarias como las de Bukele

A medida que la delincuencia se convierte en una preocupación cada vez más dominante para los chilenos, visiones autoritarias como las de Bukele se tornan más visible y seductoras para os electores. Según la última encuesta Plaza Pública de Cadem, publicada en noviembre, un 42% de los chilenos expresa su preferencia por un próximo presidente con un estilo similar al de Bukele. Este respaldo, inusitado en un país con una historia democrática estable, refleja el creciente desencanto con las políticas de seguridad actuales y un deseo de medidas más duras que ofrezcan resultados inmediatos ante el problema de la criminalidad. La popularidad de Bukele en Chile, sustentada en sus “visiones autócratas”, plantea preguntas sobre la posible influencia de estos ideales en las próximas elecciones presidenciales chilenas de 2025.

María Victoria Agouborde Kuncar, periodista de EL PAÍS de España y finalista del premio ‘Pobre en el que no cambia de mirada’ en 2023 en la categoría de Mejor aporte futuros periodistas, reporta que la figura de Bukele ha ganado reconocimiento entre los chilenos, quienes lo consideran como el líder internacional mejor evaluado en el país. En un artículo titulado: “Al 42% de los chilenos le gustaría que el próximo presidente tuviera un estilo similar al de Bukele”, Agouborde analiza la aceptación de un modelo de gobernanza más estricto, tomando en cuenta la creciente crisis de seguridad en Chile. Además, señala que Bukele lidera las preferencias con un 81% de imagen positiva, superando a líderes como Justin Trudeau y Keir Starmer, quienes cuentan con una aceptación del 64% y 60%, respectivamente.

Visiones autoritarias como las de Bukele

La llegada de Bukele al poder en El Salvador y sus estrategias para reducir la violencia han cautivado la atención internacional. En particular, los chilenos ven en sus “visiones autoritaritas” una posible solución a la escalada de delincuencia y homicidios que afecta al país. En Chile, la inseguridad ha crecido hasta convertirse en el problema más urgente, y la percepción de que el gobierno de Gabriel Boric no ha logrado manejarla exitosamente es compartida por un amplio sector de la población. La encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) en octubre revela que el 57% de los chilenos considera que la delincuencia, los robos y asaltos son los problemas a los que el gobierno debería dedicar sus mayores esfuerzos. Este dato coincide con un aumento en la tasa de homicidios, que en 2023 alcanzó 6,3 por cada 100 mil habitantes, una cifra que alarma a la ciudadanía y que está lejos de la tasa lograda en El Salvador tras las políticas de Bukele, con solo 2,4 homicidios por cada 100 mil habitantes.

Según la última encuesta Plaza Pública de Cadem, publicada en noviembre, un 42% de los chilenos expresa su preferencia por un próximo presidente con un estilo similar al de Bukele. Ilustración MidJourney

El estilo de Bukele se basa en una aplicación agresiva de la ley y el orden, utilizando la fuerza militar y medidas excepcionales para combatir a las maras, las organizaciones criminales que durante décadas han sembrado el caos en su país. Estas visiones autoritarias como las de Bukele han derivado en la implementación de un estado de excepción, que ha limitado los derechos civiles, pero que también ha reducido los índices de homicidios a niveles históricos. Este éxito en términos de seguridad despierta el interés de muchos chilenos que, desilusionados con las políticas de seguridad tradicionales, buscan alternativas que ofrezcan una respuesta rápida y contundente ante la criminalidad. Sin embargo, estos métodos han sido cuestionados por organismos de derechos humanos, que denuncian la suspensión de garantías y posibles abusos.

Solo 42% lo respalda en eso

La figura del Presidente de El Salvador, no solo despierta admiración en Chile, sino también controversia. Mientras algunos consideran que sus métodos representan una respuesta efectiva y pragmática ante la violencia, otros temen que estas visiones autoritarias como las de Bukele puedan socavar las bases democráticas y los derechos fundamentales de los ciudadanos. La tensión entre seguridad y libertad es una cuestión crucial en el debate sobre la influencia de Bukele, y, en Chile, esta dicotomía adquiere un matiz particular debido a la historia reciente del país, marcada por el autoritarismo y la posterior restauración de la democracia. Sin embargo, el creciente interés en un modelo de mano dura para la seguridad revela la disposición de algunos sectores de la sociedad chilena a revisar las prioridades en aras de obtener resultados.

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La influencia de Bukele se consolida en un contexto donde otros líderes internacionales, como Justin Trudeau y Donald Trump, son vistos con una mezcla de aprobación y escepticismo. En el caso de Trudeau, aunque es valorado por su enfoque inclusivo y progresista, no resulta tan atractivo para quienes priorizan la seguridad. Trump, en cambio, genera opiniones divididas: aunque un 43% de los chilenos lo ve de forma positiva, otro 56% mantiene una valoración negativa. Estas percepciones reflejan el interés de los chilenos en liderazgos que entiendan y aborden las preocupaciones ciudadanas, especialmente en temas de seguridad, aunque sin el atractivo de las “visiones autoritarias” que Bukele representa para una parte significativa de la población.

¿Desean un Estado de Excepción?

En el marco de las próximas elecciones presidenciales chilenas, la preferencia de un sector considerable de la ciudadanía por un liderazgo que emule a Bukele marca un punto de inflexión en la política chilena. La búsqueda de un líder que pueda implementar políticas de seguridad efectivas, aun a costa de derechos civiles, abre una discusión sobre los límites de la democracia y los valores que el país está dispuesto a negociar. La pregunta que surge es si los chilenos están realmente preparados para abrazar un modelo de gobernanza que promueva un estado de excepción prolongado, como el implementado en El Salvador, y si el posible costo de estas políticas autoritarias será tolerable para la sociedad chilena.

Es evidente que el estilo de Bukele responde a un contexto particular, donde la violencia de las maras había alcanzado niveles incontrolables. Sin embargo, en Chile, la delincuencia ha aumentado de manera significativa en los últimos años, lo que genera un clima de inseguridad y frustración en la ciudadanía. Las visiones autoritarias como las de Bukele, por tanto, no solo representan una opción de política pública, sino también una respuesta emocional a una situación que, para muchos chilenos, parece haberse vuelto insostenible. Este coqueteo con el autoritarismo podría significar un cambio en el tradicional enfoque democrático del país, en el que las garantías individuales y el respeto a los derechos humanos siempre han tenido un peso importante.

La popularidad de Bukele en Chile, sustentada en sus “visiones autócratas”, plantea preguntas sobre la posible influencia de estos ideales en las próximas elecciones presidenciales chilenas de 2025. Ilustración MidJourney.

Las críticas no hacen mella

Las críticas a Bukele por parte de organismos internacionales y defensores de los derechos humanos no parecen tener gran impacto en su popularidad entre los chilenos, quienes ven en su modelo una opción realista ante el aumento de los homicidios y el crimen organizado. Las acciones de Bukele han resultado en una baja histórica de la violencia en El Salvador, y su éxito se presenta como un ejemplo atractivo para los chilenos que buscan una salida rápida y efectiva a los problemas de seguridad. Sin embargo, el riesgo de emular este modelo en Chile podría traer consigo una reducción en las libertades civiles y una erosión de las estructuras democráticas que tanto le ha costado consolidar.

La encuesta de Cadem sugiere que la seguridad ha desplazado a otras prioridades en la agenda de los chilenos. Aunque Chile enfrenta desafíos en educación, salud y economía, la delincuencia es el tema que más preocupa a la ciudadanía. Las visiones autoritarias como las de Bukele ofrecen una aparente solución, pero también plantean riesgos significativos para la democracia chilena. En este contexto, es fundamental que los líderes políticos y la sociedad en general reflexionen sobre las posibles consecuencias de adoptar un modelo que, aunque efectivo en términos de seguridad, podría comprometer los valores democráticos que han definido a Chile en las últimas décadas.

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Con la elección presidencial en el horizonte, el debate sobre la delincuencia y el tipo de liderazgo que Chile necesita se torna cada vez más complejo. El dilema entre mantener las libertades y priorizar la seguridad se convierte en el centro de la discusión, y la figura de Bukele se erige como un referente para aquellos que ven en sus “visiones autoritarias” una forma de retomar el control sobre una situación que perciben como fuera de control. A medida que se aproxima la elección, la interrogante de si Chile optará por un modelo similar al salvadoreño sigue en el aire, y el futuro de la democracia en el país podría depender de esta decisión crucial.

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