EE.UU. se convirtió en una secta que parece seguir de manera ciega a un líder mesiánico. Esta observación inquietante, formulada recientemente por Pablo Ximénez de Sandoval, periodista de EL PAÍS, refleja una creciente preocupación en torno a la naturaleza del liderazgo de Donald Trump y su influencia sobre el Partido Republicano. En su artículo titulado: “Esta vez el experimento Donald Trump no va a salir bien”, Ximénez de Sandoval plantea que la reelección del exmandatario y el control del Senado por parte de los republicanos han preparado el escenario para una transformación profunda en Estados Unidos, una que, según su análisis, puede tener consecuencias de largo alcance para la nación y para el mundo. Con una sólida carrera en los ámbitos de la política nacional e internacional, y habiendo trabajado como corresponsal en Los Ángeles para EL PAÍS desde 2014 hasta 2020, el periodista madrileño se apoya en su vasta experiencia y conocimiento de la política estadounidense para alertar sobre el peligro. que representa el liderazgo de Trump.
La visión de Ximénez de Sandoval es contundente. Para él, el Partido Republicano ya no es una fuerza política diversa en la que las voces disidentes pueden coexistir; más bien, se ha convertido en un grupo monolítico que sigue de manera incondicional a una figura que promueve el populismo y que ha demostrado una inclinación por desafiar las instituciones democráticas. EE.UU. al supuestamente convertirse en un clan, sugiere, al haber renunciado a los contrapesos internos que solían caracterizar a su sistema político, adoptando en su lugar una mentalidad de seguidores fieles que están dispuestos a cumplir las decisiones de su líder sin cuestionarlas. Esta percepción, que puede parecer exagerada para algunos, se sustenta en el análisis de una serie de eventos recientes, incluyendo la presión ejercida por Trump sobre las autoridades de Georgia y su insistencia en no reconocer la validez de procesos electorales desfavorables.
EE.UU. se convirtió en una secta
El artículo de Ximénez de Sandoval también recuerda la noche en que Trump ganó las elecciones en 2016, cuando muchos estadounidenses expresaban incredulidad y temor ante el ascenso de una figura tan polarizadora. En Phoenix, Arizona, donde el periodista estuvo cubriendo el evento, muchas personas presentes no pudieron comprender cómo una porción considerable del país podía apoyar a un candidato que hacía declaraciones abiertamente racistas. En aquella ocasión, se consolaba a sí mismo y a otros con la convicción de que “todo saldría bien”, de que la fortaleza de las instituciones estadounidenses podría resistir incluso el liderazgo de alguien como Trump. Sin embargo, este optimismo parece haber desaparecido por completo ante la realidad de un partido republicano transformado en una estructura rígida y unida en torno a una sola figura, mientras se desvanecen las voces internas de oposición.

Para Ximénez de Sandoval, la situación actual marca una ruptura significativa con las tradiciones políticas estadounidenses. c al haber permitido que el Partido Republicano se reconfigurara en torno a los deseos y caprichos de un solo líder, abandonando los ideales de pluralidad y la apertura al debate que una vez caracterizaron a la formación política. La situación es especialmente alarmante, sugiere, dado que Trump ya no se enfrenta a las mismas barreras institucionales que en su primer mandato. Esta vez, su liderazgo se ve reforzado por un Senado dominado por republicanos y una Corte Suprema que ha sido moldeada por sus designaciones, lo cual le da un margen de maniobra mucho mayor para implementar políticas sin oposición significativa.
Ya no hay contrapesos
La falta de contrapesos es, según el periodista, uno de los factores que facilita el ver que EE.UU. se convirtió en una secta. En su artículo, hace referencia a la retirada de figuras clave que en su momento frenaron los impulsos más autoritarios de Trump, como el exvicepresidente Mike Pence y las autoridades electorales de Georgia, quienes, en 2020, se resistieron a los intentos de Trump de anular los resultados electorales. Sin embargo, con la reelección de Trump, muchos de estos funcionarios han sido apartados o se han alineado con el nuevo orden del partido, dejando un vacío de poder y una vulnerabilidad institucional sin precedentes en la historia reciente de Estados Unidos.
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La transformación del Senado en una cámara prácticamente unificada bajo la influencia republicana también es un elemento clave en esta dinámica. La pérdida de poder de los demócratas en el Senado, que es el centro de poder de Washington y diseñada para servir de contrapeso a la presidencia, representa un obstáculo adicional para quienes buscan evitar los excesos de Trump. La situación es especialmente crítica en el contexto de los nombramientos judiciales, ya que Trump podría tener la oportunidad de designar nuevos magistrados en el Tribunal Supremo, consolidando así una mayoría ultraconservadora que podría persistir durante décadas. Esto implicaría un cambio estructural de proporciones históricas, capaz de afectar los derechos civiles y las libertades individuales de generaciones futuras.
Repercusiones con el resto del mundo
La dependencia absoluta de los funcionarios y las instituciones judiciales para frenar los excesos del poder presidencial revela la fragilidad del sistema de controles y equilibrios que ha sostenido a la democracia estadounidense. Para Ximénez de Sandoval, este es uno de los aspectos más peligrosos de la situación política actual en EE.UU. La confianza en que “todo saldrá bien” que prevaleció durante el primer mandato de Trump parece haber dado paso a una profunda preocupación. EE.UU. se convirtió en una secta en la que el cuestionamiento y la reflexión han sido suplantados por una lealtad ciega y acrítica, y esta transición puede tener repercusiones profundas en el modo en que el país interactúa con el resto del mundo.
Otro de los puntos que destaca el periodista es el peligro de que el populismo y la retórica antiinstitucional de Trump fomenten divisiones internas aún más profundas en la sociedad estadounidense. La consolidación de un liderazgo que desafiaba las normas democráticas y los principios de la diplomacia podría, en última instancia, debilitar la posición de EE.UU. en el ámbito internacional. Los aliados de Estados Unidos observan con creciente preocupación el desarrollo de una política exterior en la que la unilateralidad y el aislamiento podrían prevalecer sobre la cooperación y el multilateralismo. En este sentido, Ximénez de Sandoval advierte que la reelección de Trump no solo representa un cambio interno, sino que también puede redefinir las relaciones globales de una manera que afectará la estabilidad internacional.

Una erosión desde dentro
Finalmente, el artículo de Ximénez de Sandoval señala que el fenómeno Trump y la transformación del Partido Republicano son una muestra de cómo las democracias pueden verse erosionadas desde dentro. La historia ha demostrado que la lealtad a un líder carismático, cuando es incondicional y ciego, puede conducir a resultados impredecibles y potencialmente destructivos. En este sentido, EE.UU. se convirtió en una secta en la que los ideales de libertad y justicia han sido reemplazados por una versión distorsionada de la lealtad política. A medida que Trump continúa consolidando su influencia, la nación se enfrenta a un momento crucial en el que la preservación de sus principios fundamentales parece estar en juego.
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La advertencia de Ximénez de Sandoval es clara: el riesgo de que la democracia estadounidense sucumba a las presiones del populismo autoritario es real y no debe ser subestimado. La lección para el resto del mundo es igualmente contundente. Los sistemas democráticos deben fortalecer sus mecanismos de control y estar preparados para resistir la influencia de líderes que, bajo el pretexto de representar al “pueblo”, buscan desmantelar las instituciones que garantizan el bienestar común.