Elon Musk se ha convertido en el nuevo alfil de Donald Trump en su carrera por la presidencia en 2024, utilizando métodos cuestionables que recuerdan a la infame manipulación de datos que Cambridge Analytica llevó a cabo en 2016. El multimillonario y CEO de X, antes conocido como Twitter, ha decidido no sólo alinear su inmensa fortuna con los intereses de Trump, sino también replicar las mismas tácticas de recopilación masiva de datos de votantes que permitieron a la campaña de Trump ganar un estrecho margen en estados clave hace casi una década. Musk ha introducido una iniciativa disfrazada de incentivo económico: el pago de 47 dólares a los ciudadanos por cada nuevo votante que recomienden. Sin embargo, detrás de este incentivo aparentemente inocuo, se esconde un esfuerzo de minería de datos a gran escala que podría convertirse en una de las mayores amenazas para la integridad de las próximas elecciones presidenciales.
Max Burns, un veterano estratega demócrata y fundador de Third Degree Strategies, fue uno de los primeros en alertar sobre el peligro de esta estrategia en su columna publicada en The Hill bajo el título “Elon Musk y Donald Trump están intentando comprar nuestra democracia, 47 dólares a la vez”. Burns, conocido por su capacidad de detectar tácticas oscuras en la política estadounidense, describió cómo esta iniciativa de Musk es un intento descarado de reunir información personal de los votantes en estados decisivos, con el fin de dirigir propaganda personalizada y desinformación. A través de su comité de acción política, America PAC, Musk ha convertido el proceso electoral en un mercado donde los datos valen mucho más que la conciencia de los votantes.
En los controles: Elon Musk
Elon Musk, quien ha demostrado su voluntad de influir en el discurso público desde su adquisición de X, ahora parece estar dispuesto a usar los mismos trucos que llevaron a Cambridge Analytica a la infamia en 2016. Para ese entonces, la empresa fundada por Steve Bannon y financiada por Robert Mercer se valió de las debilidades en la seguridad de Facebook para recopilar datos de millones de usuarios sin su consentimiento y, a partir de allí, diseñar estrategias que manipularon a los votantes de manera precisa y escalofriante. Ahora, con Musk a la cabeza de este nuevo esfuerzo, el proceso es similar pero adaptado a las herramientas modernas de la era digital. La diferencia es que, en lugar de usar brechas de seguridad, Musk está pagando directamente a los ciudadanos para que entreguen información valiosa.

La estrategia de Musk se centra en estados como Pensilvania, Wisconsin, Michigan y Carolina del Norte, territorios donde las elecciones anteriores se decidieron por márgenes ínfimos. Esos mismos estados fueron objetivos de Cambridge Analytica en el pasado, y ahora el multimillonario ha lanzado su campaña de pagos con la promesa de proteger la Primera Enmienda y el derecho a portar armas. Sin embargo, como señaló Burns, el verdadero objetivo de Musk es mucho más siniestro: recopilar datos que permitirán perfilar a los votantes con una precisión milimétrica y usar esa información para inundar las redes con mensajes y anuncios diseñados para influir en sus decisiones. La historia, como se ha repetido en tantas ocasiones, sugiere que estos métodos no son solo antiéticos, sino peligrosos para el futuro de la democracia estadounidense.
La mala brisa de Harris
Elon Musk ha dejado entrever sus intenciones en varias declaraciones recientes en las que su apoyo a Trump se ha vuelto más abierto y sin reservas. En una entrevista con Tucker Carlson, Musk incluso insinuó que un triunfo de Kamala Harris podría ser catastrófico para él, llegando a decir que, si Trump pierde, podría enfrentar repercusiones legales severas. Esta confesión es reveladora no solo porque demuestra que Musk ve las elecciones como una cuestión de supervivencia personal, sino también porque está dispuesto a usar su plataforma, fortuna y poder para evitar a toda costa ese desenlace. Su miedo a una administración demócrata lo ha llevado a invertir decenas de millones de dólares mensuales en America PAC, cuya misión es asegurar que los estados clave se inclinen a favor de Trump.
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La conexión de Musk con Trump no es casual ni reciente. Desde que adquirió X y comenzó a moldear la plataforma a su gusto, se ha observado un cambio en el tono y la política de la red social. Se han eliminado restricciones a cuentas de figuras de extrema derecha, se ha permitido que la desinformación prolifere sin moderación, y el propio Musk ha compartido teorías conspirativas en más de una ocasión. Su viaje a un mitin de Trump en Butler, Pensilvania, fue la culminación de un acercamiento que había comenzado mucho antes, y desde entonces, Musk no ha ocultado su deseo de ver a Trump en la Casa Blanca nuevamente.
Ganar 47 dólares
Elon Musk, en su papel de defensor del movimiento MAGA, ha transformado X en un espacio donde las voces de la extrema derecha encuentran eco y donde la narrativa pro-Trump se refuerza continuamente. Pero su campaña de pagos de 47 dólares lleva las cosas a otro nivel. Max Burns destacó en su columna que esta táctica no es solo un intento de sobornar a los votantes, sino un esfuerzo para corromper la democracia misma al establecer que el valor de la lealtad política se puede medir en efectivo. Al pagar por cada recomendación de un nuevo votante, Musk está incentivando a los ciudadanos a entregar voluntariamente sus datos, los de sus amigos y familiares, creando un tesoro de información personal que podría ser usado para microdirigir mensajes en el momento oportuno.

Las investigaciones ya han comenzado. Las autoridades en Michigan y Carolina del Norte están examinando si las actividades de America PAC violan las leyes electorales estatales. En ambos estados, hay acusaciones de que el PAC de Musk ha recolectado información bajo la falsa promesa de registrar a nuevos votantes, solo para luego usar esos datos con fines de publicidad política. La historia de Cambridge Analytica demostró lo fácil que es distorsionar la percepción de los votantes con anuncios dirigidos basados en sus miedos y deseos personales. Musk parece estar siguiendo ese mismo camino, pero con una mayor cantidad de dinero y recursos a su disposición.
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Una agente de cambio
Elon Musk, al igual que Cambridge Analytica, se ve a sí mismo como un visionario con la capacidad de moldear el futuro de las naciones a través de la tecnología. Pero donde Bannon y Mercer se enfocaron en la psicografía y el marketing político, Musk tiene un enfoque aún más agresivo: usar su estatus de celebridad tecnológica para dar legitimidad a estos métodos turbios. En última instancia, la estafa es la misma: recopilar datos de personas que no comprenden completamente cómo se utilizarán y, a partir de allí, diseñar estrategias para manipular su percepción y su comportamiento en las urnas.
La ironía de todo esto es que Musk, quien una vez se posicionó como un defensor de las libertades individuales y la transparencia, ahora está dispuesto a usar tácticas de manipulación a gran escala con el fin de proteger su propio interés financiero y político. Al replicar la estrategia de Cambridge Analytica, Elon Musk ha dejado claro que, para él, la democracia no es un valor a proteger, sino un sistema a explotar en su beneficio.