Donald Trump envejece, alucina, se repite y se despista: ¿MAGA tendrá a un Biden?

Donald Trump envejece. A medida que el expresidente de los Estados Unidos se embarca en su última campaña para regresar a la Casa Blanca, se ha vuelto cada vez más evidente que los efectos de la edad están influyendo en su capacidad para comunicarse con la claridad y energía que alguna vez lo caracterizaron. En los últimos meses, sus discursos han comenzado a desdibujarse entre relatos inventados, tangentes inexplicables y momentos de confusión que han dejado a muchos preguntándose si el movimiento MAGA (Make America Great Again) se enfrenta a su propia versión del problema de la edad que tanto se le achaca a su rival político, Joe Biden.

Un análisis reciente de sus apariciones públicas por parte de Peter Baker y Chevaz Clarke, periodistas de The New York Times, expuso cómo la retórica de Trump se ha transformado. Los periodistas publicaron un reportaje titulado: “Los discursos de Trump, cada vez más iracundos y confusos, reavivan la cuestión de la edad”, en el cual examinan cómo los 78 años del exmandatario parecen haber afectado su habilidad para conectarse con el electorado de la manera en que solía hacerlo.

Donald Trump envejece

Peter Baker es un corresponsal veterano que cubrió la presidencia de Trump desde sus inicios, y es coautor de un libro sobre esa etapa junto a su esposa, Susan Glasser. Chevaz Clarke, por su parte, ha trabajado en la narración visual de noticias en vivo para The New York Times, concentrándose en la cobertura visual de la política estadounidense. Juntos, en su reciente artículo, analizan cómo el lenguaje de Trump se ha vuelto más errático y su estilo discursivo, menos centrado. Según relatan, hubo un episodio reciente en el que Trump contó con detalle cómo el público presente en su último debate contra la vicepresidenta Kamala Harris estaba de su lado, vitoreando y celebrando cada uno de sus puntos. Solo que no había tal público. El debate se llevó a cabo en una sala vacía. Esta no fue una simple confusión; el evento ocurrió apenas una semana antes. La imagen de un Trump seguro de sí mismo y con dominio de la narrativa se ha visto sustituida por una figura que parece a menudo desorientada, divagante y atrapada en sus propias fantasías.

Trump contó con detalle cómo el público presente en su último debate contra la vicepresidenta Kamala Harris estaba de su lado, vitoreando y celebrando cada uno de sus puntos. Solo que no había tal público. El debate se llevó a cabo en una sala vacía. Ilustración MidJourney

Donald Trump envejece, y no solo se trata de anécdotas olvidadas o relatos alterados. Un análisis computarizado de The New York Times revela que sus discursos de campaña ahora tienen una duración promedio de 82 minutos, en comparación con los 45 minutos de 2016. Además, el estudio mostró un aumento del 13% en el uso de términos absolutos como » siempre» y «nunca», así como un 32% más de palabras negativas que positivas. Estos patrones son señales de cambios cognitivos, según expertos, y podrían sugerir que el expresidente está perdiendo el foco en sus mensajes. El mismo análisis concluyó que Trump recurre a palabrotas un 69% más a menudo que en su primera campaña, un comportamiento que los especialistas califican como desinhibición, un fenómeno común en personas de mayor edad.

Ya vive en otro mundo

Durante sus intervenciones, Trump suele desviarse hacia recuerdos de las décadas de los ochenta y noventa, cuando estaba en la cima de su éxito empresarial y mediático, refiriéndose a personajes como Hannibal Lecter de “El silencio de los inocentes” (aunque se refirió erróneamente como “El silencio de los labios”) y evocando a celebridades como Johnny Carson, quien falleció en 2005. Pero lo más preocupante es de la manera en que su discurso se desvanece hacia las décadas de 1890 y principios del siglo XX, mencionando presidentes como William McKinley. como sus íconos de liderazgo, lo que muestra una tendencia a idealizar un pasado con el que no tiene ninguna conexión real. Estos desvaríos, aunque pueden parecer anecdóticos, reflejan cómo Donald Trump envejece y sus referencias se vuelven cada vez menos relevantes para un electorado que espera soluciones modernas a los problemas actuales.

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Los cambios en el comportamiento del expresidente han sido notados incluso por sus antiguos aliados. Anthony Scaramucci, quien trabajó brevemente como director de comunicaciones de la Casa Blanca, afirmó: “No está compitiendo al nivel en el que competía hace ocho años. Ha perdido el ritmo. Ha perdido la capacidad de armar oraciones poderosas”. Y aunque sus discursos siempre han tenido un componente caótico, según Scaramucci, en la actualidad la situación es diferente: “Puedes simpatizar con Trump o odiarlo, pero ha sido un comunicador muy eficaz. Ahora, la palabra buffet de ensaladas en la campaña de Trump se ofrece con descuento”. Esta pérdida de habilidad retórica se ha traducido en una campaña menos activa, con solo 61 actos públicos en lo que va de 2024, comparados con los 283 de 2016. Trump parece tener dificultades para mantener la misma energía que solía caracterizarlo.

Momentos de confusión

Donald Trump envejece y su entorno lo sabe. Sarah Matthews, ex subsecretaria de prensa durante su administración, mencionó que incluso dentro de su equipo existía preocupación: “No creo que nadie diga que Trump es el orador más pulido, pero sus discursos más recientes parecen ser más incoherentes, divaga aún más y ha He tenido algunos momentos de confusión bastante notables”. Sin embargo, la campaña de Trump ha evitado hablar abiertamente sobre este tema. Steven Cheung, su actual director de comunicaciones, desestima las preocupaciones y asegura que “Trump es el candidato más fuerte y más capaz”. El propio expresidente, fiel a su estilo, ha respondido de manera tajante: “Trump nunca se equivoca”, reiteró recientemente en Wisconsin. Pero la duda sigue latente.

Durante su reciente juicio en Nueva York, fue captado aparentemente adormecido durante las declaraciones, y en otro momento confundió a la demandante con su exesposa. Ilustración MidJourney.

El paralelismo con Joe Biden, quien ha sido criticado constantemente por su estado físico y mental, no se ha hecho esperar. El presidente actual, a sus 81 años, ha tenido momentos de olvido y torpeza que los medios y sus opositores han explotado sin piedad. Sin embargo, Trump ahora se encuentra en una situación similar. Durante su reciente juicio en Nueva York, fue captado aparentemente adormecido durante las declaraciones, y en otro momento confundió a la demandante con su exesposa. Estas escenas, sumadas a sus afirmaciones cada vez más inverosímiles sobre inmigrantes y su obsesión con temas del pasado, han comenzado a poner en entredicho su aptitud para ocupar nuevamente el cargo de presidente.

Capacidad de mentir intacta

Donald Trump envejece, pero su orgullo y su estilo provocador no han cambiado. Afirmó haber sido nombrado “hombre del año” en Michigan, un premio inexistente, y ha asegurado conocer de armas “mejor que nadie”. Estas declaraciones, junto con su tendencia a extraviarse en detalles insignificantes —como cuando se distrajo en medio de un discurso para hablar de una mosca—, pintan el retrato de un líder que, a sus 78 años, está más enfocado en defender su propia imagen que en ofrecer un plan concreto para el futuro de su país.

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A medida que avanza la campaña de 2024, la gran incógnita es si los seguidores de Trump, que han perdonado muchas de sus extravagancias, también pasarán por alto estos signos de deterioro. La pregunta es si MAGA, el movimiento que alguna vez fue sinónimo de fuerza, energía y revitalización, aceptará tener a su propio Biden: un candidato envejecido, que alucina, se repite y se despista, pero que se niega a aceptar cualquier debilidad. Como él mismo lo dijo: “Yo nunca, nunca, me equivoco”. La respuesta final la tendrán los votados en las urnas.

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