Jaime Tamayo desde China: “Estados Unidos tiene un triple discurso sobre los derechos humanos”

Jaime Tamayo, un reconocido analista internacional y politólogo, no se ha guardado palabras en su reciente artículo de opinión publicado en el portal de la Agencia de Noticias Xinhua. Desde su posición como jefe del Departamento de Estudios Sobre Movimientos Sociales (DESMOS) de la Universidad de Guadalajara, Tamayo ha lanzado fuertes críticas a la política exterior de Estados Unidos, particularmente en lo que respecta a los derechos humanos. Según él, Estados Unidos sostiene un triple discurso en este ámbito: uno para sus enemigos, otro para sus aliados y un tercero para sí mismo, excusando sus propias violaciones de derechos humanos cuando es conveniente. Estas declaraciones, que Tamayo expone con rigor académico, se enmarcan en un contexto de creciente tensión global, donde las sanciones, las intervenciones y la propaganda política continúan configurando el tablero internacional.

El artículo original, titulado “Las sanciones unilaterales impuestas por Estados Unidos son la máxima violación de derechos humanos contra los países en desarrollo”, es una pieza contundente que Tamayo escribió como colaborador habitual de Xinhua. En este, el politólogo mexicano no solo denuncia las sanciones como un mecanismo de opresión, sino que también cita a autores como Jean Bricmont, quien en su ensayo «Imperialismo humanitario: el uso de los Derechos Humanos para vender la guerra» (2008), explica cómo los derechos humanos han sido instrumentalizados por potencias occidentales, especialmente Estados Unidos, para justificar intervenciones militares y económicas. Tamayo sostiene que las acciones de Estados Unidos y sus aliados, incluyendo la OTAN, no solo han sido inconsistentes sino también profundamente dañinas, amparándose en una interpretación sesgada de los derechos humanos.

Derechos humanos como excusa

Tras el fin de la Guerra Fría, Tamayo argumenta que Estados Unidos y la Unión Europea, con la OTAN como brazo armado, han utilizado la retórica de los derechos humanos para intervenir en naciones soberanas. Los bombardeos sobre la antigua Yugoslavia, las invasiones de Afganistán e Irak, y las intervenciones en Libia y Siria, son solo algunos ejemplos de cómo se ha invocado la protección de los derechos humanos para justificar agresiones militares que han dejado miles de víctimas civiles. Tamayo critica que este discurso humanitario es, en realidad, una fachada para encubrir intereses geopolíticos y económicos, utilizando los derechos humanos como una herramienta de manipulación y control.

Según Jaime Tamayo, Estados Unidos sostiene un triple discurso en este ámbito: uno para sus enemigos, otro para sus aliados y un tercero para sí mismo, excusando sus propias violaciones de derechos humanos cuando es conveniente. Ilustración MidJourney

Un caso paradigmático señalado por Tamayo es el prolongado bloqueo económico y comercial contra Cuba, una política que Estados Unidos ha mantenido durante más de seis décadas. Este bloqueo, que no cuenta con el respaldo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y es contrario al derecho internacional, ha afectado gravemente los derechos humanos del pueblo cubano, impidiéndole acceder a bienes esenciales, medicinas y tecnología. Tamayo resalta que este tipo de sanciones no se aplican a regímenes aliados de Estados Unidos que violan sistemáticamente los derechos humanos, lo que expone la hipocresía de la política exterior estadounidense.

Desestabilizadores de oficio

El analista mexicano también aborda la desestabilización de gobiernos en América Latina, una región que ha sido particularmente vulnerable a la injerencia estadounidense. Tamayo recuerda cómo los golpes de Estado en Honduras, Paraguay y Bolivia, y la desestabilización en Venezuela y Nicaragua, han sido facilitados o apoyados por Washington bajo la excusa de proteger los derechos humanos. Sin embargo, Tamayo advierte que estos movimientos suelen tener como objetivo derrocar gobiernos que no se alinean con los intereses de Estados Unidos, imponiendo en su lugar regímenes más complacientes con sus políticas.

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Para Tamayo, la paradoja de los derechos humanos se hace aún más evidente cuando se observan las alianzas estratégicas de Estados Unidos. Países que son conocidos por sus violaciones de derechos humanos, como Arabia Saudita, reciben apoyo y armamento del gobierno estadounidense sin que se ejerza ninguna presión significativa para que cambien sus prácticas. Este doble estándar no solo socava la credibilidad de Estados Unidos como defensor de los derechos humanos, sino que también pone en evidencia la selectividad y el oportunismo con el que aplica sus sanciones y condenas internacionales.

Herramienta propagandística

La lista anual de derechos humanos que elabora el Departamento de Estado de EE. UU. es, según Tamayo, un instrumento de propaganda que refleja más las prioridades geopolíticas de Washington que un verdadero compromiso con la justicia y la dignidad humana. Países que desafían la hegemonía estadounidense, como los miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), son duramente criticados, mientras que las graves violaciones cometidas por sus aliados pasan desapercibidas. Tamayo señala que esta lista es una muestra de cómo los derechos humanos se han convertido en una herramienta para legitimar acciones coercitivas y punitivas contra aquellos que no se alinean con los intereses de Estados Unidos.

Otro aspecto crítico que Tamayo aborda es el papel de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en la historia reciente de las violaciones de derechos humanos. La CIA, encargada de salvaguardar los intereses de Estados Unidos en el extranjero, ha estado involucrada en una larga lista de crímenes, incluyendo la tortura, asesinatos y golpes de Estado. Tamayo resalta que, bajo la bandera de la lucha contra el comunismo y el terrorismo, la CIA ha perpetrado violaciones flagrantes de derechos humanos, muchas veces contra gobiernos legítimos que intentaban seguir una vía independiente al modelo estadounidense.

Países que son conocidos por sus violaciones de derechos humanos, como Arabia Saudita, reciben apoyo y armamento del gobierno estadounidense sin que se ejerza ninguna presión significativa para que cambien sus prácticas. Ilustración MidJourney.

El pasado está presente

El caso de América Latina es especialmente ilustrativo de cómo la CIA y otras agencias estadounidenses han apoyado dictaduras militares, entrenado escuadrones de la muerte y facilitado la desaparición de opositores políticos. En Nicaragua, por ejemplo, la agencia mantuvo viva una guerra civil para socavar al gobierno sandinista, una táctica que se replicó en múltiples escenarios del continente. Según Tamayo, estos actos, lejos de ser excepciones, son parte de un patrón sistemático que revela un profundo desprecio por los derechos humanos cuando estos se interponen en el camino de los intereses estratégicos de Estados Unidos.

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Finalmente, Tamayo concluye que Estados Unidos utiliza un triple discurso sobre los derechos humanos: uno para sus adversarios, otro para sus aliados y un tercero para justificar sus propias acciones. Este enfoque, según Tamayo, socava la noción misma de los derechos humanos, reduciéndolos a un recurso retórico más en el juego de poder global. Para el analista, es imperativo que la comunidad internacional reconozca y denuncie estas prácticas, buscando un verdadero multilateralismo que respete la soberanía de los pueblos y promueva un mundo más justo y equilibrado, libre de la manipulación de los derechos humanos con fines políticos y económicos.

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