Donald Trump se ha convertido en una figura omnipresente en el paisaje político y mediático de Estados Unidos y más allá. Desde su decisión de postularse para la presidencia hace casi una década, ha dejado una huella indeleble en la conciencia colectiva, generando una «pandemia de ansiedad» que afecta tanto a sus seguidores como a sus detractores. La constante agitación y controversia que rodea a Trump ha creado un entorno de estrés y fatiga generalizada, donde la tranquilidad parece ser un lujo del pasado.
William S. Becker, coeditor y colaborador de «Democracy Unchained: How to Rebuild Government for the People» y de «Democracy in a Hotter Time», nombrado por la revista Nature como uno de los cinco mejores libros científicos de 2023, recientemente escribió para el portal The Hill un material de opinión titulado: “Después de casi una década de Trump, Estados Unidos está cansado. Y asustado”. Becker, quien también se desempeñó como alto funcionario en el Departamento de Justicia de Wisconsin y actualmente es director ejecutivo del Proyecto Presidencial de Acción Climática (PCAP), un grupo de expertos no partidista sobre política climática, ofrece una perspectiva crítica y fundamentada sobre el impacto de Trump en la psique estadounidense.
Trump esparce la pandemia de ansiedad
Es difícil imaginar, pero hubo un tiempo en el que los estadounidenses podían pasar días, incluso semanas, sin escuchar el nombre de Donald Trump. Esa era de relativa calma terminó abruptamente cuando Trump decidió postularse para la presidencia. Desde entonces, su presencia en los medios ha sido constante, garantizada por su habilidad para generar controversia, amenazas y agitaciones. Como lo expresó POLITICO, él es “el mejor buscador de atención”, estampando su nombre no solo en edificios y campos de golf, sino también en la conciencia de la nación. Los medios de comunicación, ansiosos por las audiencias, le brindan cobertura gratuita, informando sobre sus amenazas veladas de violencia, quejas sobre malos tratos y violaciones de la orden de silencio. Incluso su caravana de 11 automóviles al llegar al juzgado recibe más atención que muchos de los logros de la presidencia de Biden.

Algunos recuerdan con nostalgia la relativa paz de la presidencia de “No Drama Obama”. Joe Biden, con su estilo sobrenaturalmente tranquilo, no puede competir en términos de atención mediática con la tormenta constante que es Trump. Sin embargo, la calma no atrae la misma cobertura mediática gratuita. La manipulación de los medios por parte de Trump plantea preguntas sobre la justicia fundamental en un año electoral, pero también tiene un impacto preocupante en el pueblo estadounidense. Fuera del campo MAGA, muchos estadounidenses sufren de lo que se conoce como «fatiga por la crisis» que traduce en todo caso a la pandemia de ansiedad.
Todos están cansados
Las encuestas recientes revelan que los votantes de ambos partidos anticipan las elecciones con una mezcla de cansancio y comprensión de que se trata de una de las elecciones más importantes de la historia. Desde su entrada en la política nacional, Trump ha elevado el nivel de ansiedad en la sociedad. En marzo de 2017, The Oregonian informó que el presidente Trump no solo dominaba cada ciclo de noticias, sino que también impulsaba sesiones de terapia en todo el país. Los turbulentos primeros meses de su administración parecían haber creado una angustia colectiva, según los psicólogos. Tres meses después, el New England Journal of Medicine informó que una gran proporción de adultos estadounidenses estaban estresados por el entorno político actual, y dos tercios de los encuestados dijeron que estaban preocupados por el futuro de Estados Unidos.
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El impacto de esta «pandemia de ansiedad» se ha sentido profundamente. En 2017, TIME señaló que los detalles de la nueva administración eran prolíficos en las noticias y las redes sociales, y los estadounidenses decían que esto los estaba estresando. En 2019, el Washington Post informó que «Donald Trump está estresando a Estados Unidos». Para el otoño de 2020, el Inquirer afirmó que cuatro años de Trump habían dejado a la mayoría de los estadounidenses estresados. En 2021, Anna North, corresponsal de Vox, escribió con alivio retórico sobre el fin del mandato de Trump, aunque el impacto en la psique estadounidense de cuatro años de retórica racista, incitación a la violencia y caos total persiste.
Un megalómano con certificado
A pesar de haber dejado el cargo, Trump no abandonó el centro de atención. En 2023, un artículo de opinión en The Hill decía que con un expresidente enfrentando cuatro acusaciones y 91 cargos penales, las instituciones políticas estadounidenses se encuentran bajo la mayor tensión desde la Guerra Civil. El resultado es un sueño americano disminuido. La comentarista de The Guardian, Margaret Sullivan, se pregunta si los medios han olvidado las lecciones de la campaña de Trump de 2016, cuando se convirtió en “el gran distractor” y recibió una cobertura mediática gratuita valorada en casi 2 mil millones de dólares.

Este ciclo de atención constante ha convertido a Trump en una figura que no puede ser ignorada. Su capacidad para manipular la narrativa mediática y presentarse como un mártir del «Estado profundo» ha solidificado el apoyo de su base, mientras que el resto de la población sigue lidiando con los efectos de esta «pandemia de ansiedad». La división en el sistema judicial y la politización extrema dificultan que los votantes comprendan plenamente si el candidato republicano es un delincuente.
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Crisis de salud mental
La perspectiva de otro mandato de Trump, ya sea en el cargo o en los titulares, es aterradora para muchos. La ansiedad y el estrés asociados con su presencia en la política estadounidense son palpables. Los votantes deben preguntarse si este es el futuro que desean y el futuro que la nación puede soportar. Existe una opción para devolver la tranquilidad a Estados Unidos, alejando a Trump de la política y permitiéndole pasar sus días fuera del centro de atención, ya sea en prisión o en Mar-a-Lago, mejorando su puntuación en golf.
En última instancia, la «pandemia de ansiedad» que ha acompañado la era de Trump es un reflejo de cómo una figura política puede dominar la narrativa y afectar la salud mental de una nación entera. La constante cobertura mediática, la controversia perpetua y las amenazas de violencia han creado un clima de miedo y agotamiento. La pregunta crucial es si la sociedad estadounidense puede y quiere romper este ciclo, buscando un retorno a la calma y la estabilidad, o si está destinada a seguir atrapada en esta espiral de ansiedad provocada por una figura que parece no desaparecer nunca de la escena pública.