The Economist: Trump convierte a la OTAN en un negocio mafioso: “sin dinero, no hay protección”

En un giro audaz que ha sacudido los cimientos de la alianza transatlántica, Donald Trump ha planteado una concepción de la OTAN que dista mucho de los principios fundacionales de la organización. Según Trump, la OTAN, una alianza históricamente cimentada en la solidaridad democrática y la defensa colectiva, estaría mutando hacia un modelo donde la seguridad se condiciona a la contribución económica, un enfoque que ha sido comparado con las tácticas de un «negocio mafioso». Esta retórica, que sugiere un «sin dinero, no hay protección«, ha desencadenado una oleada de críticas y preocupaciones sobre el futuro de la cooperación militar y política en el Occidente.

El origen de este controversial enfoque proviene de Nicholas Sargen, Ph.D., consultor económico de Fort Washington Investment Advisors y afiliado a la Escuela de Negocios Darden de la Universidad de Virginia. Sargen, quien ha escrito extensamente sobre las políticas económicas en la era Trump y su impacto en los mercados financieros, ha planteado serias interrogantes en su reciente publicación para The Hill, titulada: «¿Cuán preocupados deberían estar los inversores por la alianza occidental?». La pregunta subraya una creciente ansiedad en ambos lados del Atlántico, exacerbada por los pronunciamientos de Trump sobre la OTAN, donde el expresidente ha sugerido que Rusia podría verse incentivada a atacar a aquellos miembros de la OTAN que no cumplan con sus obligaciones de gasto en defensa.

Donald Trump tiene apoyo interno

Trump, cuyo impacto en el Partido Republicano sigue siendo profundo, ha encontrado eco en figuras como el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson (R-La.), quien ha bloqueado legislación clave para brindar apoyo militar a Ucrania frente a los avances rusos. Esta situación se produce en un momento crítico, como lo destacó David Ignatius del Washington Post, en el que «Rusia está avanzando, Ucrania lucha por sobrevivir y Occidente necesita brindar más apoyo militar ahora». A pesar de estos llamados, la respuesta de los inversores en acciones ha sido moderada, influenciada por la favorable situación económica de Estados Unidos y la anticipación de recortes en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal.

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La retórica de Donald Trump, que sugiere un «sin dinero, no hay protección», ha desencadenado una oleada de críticas y preocupaciones sobre el futuro de la cooperación militar y política en el Occidente. Ilustración MidJourney

La postura del cuadragésimo quinto presidente de EE.UU. hacia la OTAN no es nueva, pero sus recientes declaraciones resaltan una consistencia con su enfoque durante su presidencia, marcado por la crítica a los aliados occidentales por aprovecharse de Estados Unidos. Esta percepción se fundamenta en dos pilares principales: los superávits comerciales crónicos de la Unión Europea con Estados Unidos y el incumplimiento sistemático de la UE de alcanzar el objetivo de gasto del 2% del PIB en defensa. Aunque Trump no es el primer presidente estadounidense en lamentar el aprovechamiento de los aliados, su enfoque sugiere una disposición a redefinir radicalmente los términos de la alianza, una postura que The Economist ha calificado como la transformación de «una alianza democrática en un negocio mafioso».

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¿Y si Washington dice adiós?

La implicación de retirar a Estados Unidos de la OTAN, contemplada por algunos como una posibilidad real bajo una nueva presidencia de Trump, ha generado alarmas. John Bolton, exasesor de seguridad nacional, ha indicado que tal retirada es «casi segura» sin una intervención legislativa. Sin embargo, recientes medidas legislativas buscan evitar tal eventualidad, requiriendo la aprobación del Senado o una ley del Congreso para abandonar la OTAN. No obstante, Trump podría efectivamente dejar la OTAN «inactiva», reduciendo la presencia de tropas estadounidenses en Europa, reteniendo pagos para el apoyo a la OTAN, y destituyendo al comandante aliado supremo.

Este enfoque hacia la OTAN y el apoyo a Ucrania ha llevado a Europa a buscar una mayor autosuficiencia. La «era Trump» impulsó a la UE hacia el establecimiento de un fondo de defensa europeo y un incremento en la asistencia financiera a Ucrania, superando incluso el apoyo de Estados Unidos. El año pasado, la UE alcanzó por primera vez su objetivo de gasto militar del 2%, un logro significativo pero insuficiente según algunos críticos que argumentan la necesidad de una mayor autosuficiencia europea ante un futuro incierto.

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En medio de este torbellino geopolítico, la figura de Donald Trump se erige como un catalizador de incertidumbre y debate sobre el futuro de la OTAN y la estabilidad mundial. Ilustración MidJourney.

Una defensa centralizada

La discusión sobre la autosuficiencia europea no es unánime, sin embargo, Jakub Grygiel de la Universidad Católica, argumenta contra una Unión Europea fortalecida que incluya un ejército común y una defensa centralizada, sugiriendo que los intereses nacionales prevalecen sobre una defensa común europea. Esta perspectiva refleja una complejidad en el equilibrio entre la soberanía nacional y la cooperación regional en materia de defensa, un debate que se intensifica ante los desafíos geopolíticos actuales que hace pívot en un centro punto llamado Donald Trump.

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El papel de Estados Unidos en el escenario mundial ha sido fundamental en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, apoyando la reconstrucción de una Europa devastada a través del Plan Marshall y la creación de la OTAN. Este compromiso histórico con la alianza transatlántica se ve ahora cuestionado por corrientes de aislacionismo y nativismo en la política estadounidense, poniendo a prueba el apoyo bipartidista al liderazgo global de Estados Unidos. Los desafíos son dobles: recordar al público las razones de este compromiso y explicar las consecuencias de abandonarlo.

Rusia es un enemigo formidable

Vladimir Putin ha negado intenciones de atacar Europa, pero ha advertido sobre un conflicto más amplio que involucre a Ucrania, sugiriendo un riesgo de escalada hacia un conflicto nuclear. Este escenario plantea un dilema para los inversores, quienes deben considerar cómo los riesgos geopolíticos afectarán a los mercados financieros. La invasión rusa de Ucrania y las fluctuaciones en los precios del petróleo y gas natural han ofrecido una vista previa de cómo estos eventos pueden impactar la economía global. A medida que Europa y Estados Unidos enfrentan decisiones críticas sobre su apoyo a Ucrania, el liderazgo estadounidense en el mundo pende de un hilo, marcando un momento decisivo en la historia de la alianza transatlántica y el orden mundial posterior a la Segunda Guerra Mundial.

En medio de este torbellino geopolítico, la figura de Donald Trump se erige como un catalizador de incertidumbre y debate sobre el futuro de la OTAN y la estabilidad mundial. Su visión de la alianza, marcada por transacciones condicionales, plantea un desafío sin precedentes para la diplomacia y la cooperación internacional.

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