En la efervescente atmósfera política de El Salvador, Bukele en su segundo gobierno se consolidará, perfilándose como el arquitecto de una era de transformaciones sin precedentes, marcada por la promesa de megaproyectos financiados en gran parte por China. Este panorama, esbozado con destreza por el periodista Leire Ventas de BBC News Mundo, pone de manifiesto una nación en el umbral de un cambio radical, con Bukele en el timón de esta nueva dirección.
La inauguración de la Biblioteca Nacional de El Salvador, una estructura vanguardista de siete pisos que desafía el paisaje urbano de San Salvador, se convierte en el emblema de esta nueva fase. Su arquitectura, que evoca más a Silicon Valley o a la City de Londres que al tradicional estilo centroamericano, es un símbolo tangible de la modernización que Bukele persigue. Su iluminación constante, visible las 24 horas del día, parece ser una metáfora del Salvador renovado que Bukele promete tras cinco años en el poder, con una política central enfocada en la pacificación del que fuera el país más violento de América Latina.
Bukele en su segundo gobierno
El apoyo de China se revela crucial en este proceso. La financiación de la biblioteca y otros proyectos futuros, algunos evaluados en cientos de millones de dólares, representa una alianza estratégica con significativas implicaciones. Este movimiento, que comenzó bajo la administración de Salvador Sánchez Cerén con la ruptura de relaciones con Taiwán, encuentra en Bukele un continuador hábil, capaz de navegar entre las complejidades de la geopolítica global y las necesidades internas de su país.

La visita de Bukele a China en diciembre de 2019 fue un punto de inflexión. A pesar de sus críticas previas hacia el Gigante Asiático, su estadía de seis días culminó con la promesa de una “enorme cooperación no reembolsable” para El Salvador, cifrada en 500 millones de dólares. Estos fondos, destinados a infraestructura y desarrollo, significan un impulso sustancial para los planes de Bukele en su segundo gobierno y reflejan la nueva orientación de la política exterior salvadoreña.
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El triunfo promete ser arrollador
En el escenario de estas ambiciosas iniciativas, la figura del candidato emerge con una popularidad que parece inquebrantable, anticipando incluso un triunfo arrollador de Bukele en su segundo gobierno durante las próximas elecciones generales. Su estrategia, que combina una firme postura en temas de seguridad con un enfoque en la modernización y desarrollo, le ha ganado el favor de una amplia base de la población. La pacificación efectiva del país y la reducción drástica de la violencia, a pesar de las críticas por violaciones a los derechos humanos, han sido fundamentales en este ascenso.
Mirando al futuro, los proyectos ya en marcha y los planeados auguran un cambio significativo en el rostro de El Salvador. Obras como un muelle turístico en La Libertad, una potabilizadora en el lago Ilopango y un nuevo Estadio Nacional no solo prometen mejorar la infraestructura y la calidad de vida, sino también redefinir la identidad nacional. Estos proyectos, financiados mayoritariamente por China, son testimonio de un Salvador que busca posicionarse como un referente de desarrollo y modernidad en la región.
Las críticas siempre emergen
Sin embargo, estas ambiciones no están exentas de críticas y preocupaciones. La dependencia de la financiación china y las posibles implicaciones geopolíticas de esta alianza son puntos de debate. Además, la salud financiera del país sigue siendo un tema de discusión, especialmente ante los desafíos de pagar deudas significativas en los próximos años. Las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional y la posibilidad de un Tratado de Libre Comercio con China son elementos adicionales que definen este complejo panorama que cobrará valor operativo cuando Bukele en su segundo gobierno lo decida.

En este contexto, la relación entre El Salvador y Estados Unidos, históricamente el principal aliado del país, experimenta un momento de tensión y reevaluación. Las discrepancias políticas y la inclusión de funcionarios de Bukele en la lista Engel del Departamento de Estado de EE. UU. reflejan un alejamiento que podría tener consecuencias en múltiples niveles.
Un hombre hecho de retos
Bukele, con su habilidad para combinar la imagen de un reformador moderno con una postura firme en temas de seguridad, parece dispuesto a asumir estos retos. Bukele en su segundo gobierno se perfila como una etapa de grandes obras y ambiciones, una era donde el Salvador que busca emerge, en parte, gracias a la poderosa influencia de China. Sin embargo, la pregunta sigue en el aire: ¿A qué costo se conseguirán estas metas y qué futuro aguarda a El Salvador en este nuevo escenario geopolítico? La respuesta a estas preguntas definirá el legado de Bukele y el futuro de una nación en un punto de inflexión crucial.
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La decisión de Bukele de alinear a El Salvador más estrechamente con China representa un cambio significativo en la política exterior del país. Este giro se evidencia en la cooperación no reembolsable otorgada por China, una estrategia que se aleja de los préstamos tradicionales y se centra en inversiones directas en infraestructura y desarrollo. La Biblioteca Nacional, con su diseño futurista y su ubicación estratégica, es solo la punta del iceberg de este cambio de enfoque. Con una inversión de 54 millones de dólares por parte de China y una contraparte de 10 millones del gobierno salvadoreño, la biblioteca es un claro indicativo de cómo la cooperación chino-salvadoreña está modelando el paisaje urbano y cultural del país.
Además de la Biblioteca Nacional, otros proyectos financiados por China están en marcha, cambiando el rostro de El Salvador. Entre ellos, destacan el muelle turístico en La Libertad y la potabilizadora de agua en el lago Ilopango, que apuntan a mejorar tanto la infraestructura turística como la calidad de vida de los salvadoreños. Estos proyectos no solo reflejan el compromiso de Bukele con la modernización y el desarrollo, sino también la creciente influencia de China en la región. La cooperación con China, lejos de ser una simple transacción económica, se está convirtiendo en un pilar fundamental de la estrategia de desarrollo de El Salvador bajo el mandato de Bukele.
En el horizonte político y económico de El Salvador, se vislumbra la posibilidad de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China, lo que profundizaría aún más los lazos entre ambos países, nexos que Bukele en su segundo gobierno tratará de arraigar. Esta posible alianza comercial no solo abriría nuevas vías para la exportación e importación de bienes, sino que también podría redefinir la posición de El Salvador en el comercio global. Aunque este TLC promete ser un paso importante para el país, también plantea interrogantes sobre el equilibrio en las relaciones comerciales y la influencia que China podría ejercer en la economía salvadoreña. La decisión de Bukele de explorar esta vía refleja su voluntad de diversificar las relaciones internacionales de El Salvador y buscar nuevos horizontes para el crecimiento económico y desarrollo del país.