En un contexto de creciente tensión tecnológica, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Mao Ning, ha acusado a Estados Unidos de intensificar una «guerra de semiconductores» contra China. Según Mao, las recientes medidas de EE.UU. para restringir la exportación de chips a China constituyen un hostigamiento económico disfrazado de preocupaciones por la seguridad nacional. Esta acusación se produce en un momento en que la competencia tecnológica entre las dos potencias alcanza un punto crítico.
Mao criticó enérgicamente las acciones de Estados Unidos en una conferencia de prensa, argumentando que tales prácticas no solo violan el principio de nación más favorecida del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT), sino que también representan una discriminación directa contra China. La inclusión en la lista negra de empresas chinas de equipos de telecomunicaciones y la prohibición de equipos de telecomunicaciones fabricados en China en el mercado estadounidense son ejemplos citados por Mao como violaciones claras del GATT y del Acuerdo sobre Obstáculos Técnicos al Comercio.
Guerra de semiconductores
En el corazón de esta «guerra de semiconductores» se encuentra el argumento de EE.UU. de que estas restricciones son necesarias para proteger la seguridad nacional. Sin embargo, Mao argumenta que las medidas tomadas por EE.UU. exceden ampliamente este ámbito, afectando gravemente el comercio normal de chips comunes para uso civil. Un ejemplo destacado es la situación de la tarjeta gráfica Nvidia RTX 4090, utilizada principalmente por entusiastas de los videojuegos. Debido a los controles de exportación impuestos por Estados Unidos, Nvidia se vio obligada a retirar este producto del mercado chino, un movimiento que Mao califica de coerción económica y no relacionado con la seguridad.

Mao también señaló que Estados Unidos ha estado instando a otros países a unirse en un esfuerzo por reprimir a las empresas chinas, una táctica que ella describe como pura coerción económica sin relación con la seguridad real. Según Mao, esto demuestra que la persecución de Estados Unidos a la industria china de chips no se basa en razones de seguridad nacional ni es parte de una competencia legítima. En su lugar, lo describió como un hostigamiento unilateral sin principios ni beneficios, que niega a los mercados emergentes y a los países en desarrollo el derecho a una vida mejor para sus pueblos.
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Inestabilidad en e trabajo
La vocera subrayó que el comportamiento de Estados Unidos está afectando gravemente la estabilidad de las cadenas industriales y de suministro globales, envenenando la atmósfera para la cooperación internacional, y alimentando la división y la confrontación. Esta medida, según ella, es egoísta y resultará inevitablemente contraproducente.
Los expertos en tecnología y economía global se muestran preocupados por el impacto de la guerra de semiconductores en la cadena de suministro mundial. Las restricciones a la exportación de semiconductores pueden tener ramificaciones que van más allá de la industria tecnológica, afectando a numerosos sectores que dependen de la tecnología moderna. Además, la tensión creciente entre Estados Unidos y China plantea preguntas sobre el futuro de la cooperación tecnológica y económica internacional.
FMI y e crecimiento global
Organizaciones internacionales han expresado su preocupación por esta escalada en la «guerra de semiconductores». El Fondo Monetario Internacional (FMI), por ejemplo, ha advertido que tales disputas pueden llevar a una fragmentación tecnológica que perjudique el crecimiento global. Además, instituciones como la Organización Mundial del Comercio (OMC) están bajo presión para mediar en estas disputas y buscar soluciones que respeten los acuerdos comerciales internacionales.
En respuesta a las declaraciones de Mao, funcionarios de Estados Unidos han reiterado la importancia de proteger la seguridad nacional y los intereses económicos, pero han evitado hacer comentarios directos sobre las acusaciones específicas de China. Sin embargo, en el ámbito público, el debate sobre la «guerra de semiconductores» sigue generando opiniones divididas.

Todas las especulaciones
Por un lado, hay quienes argumentan que la guerra de semiconductores de EE.UU. es necesaria para salvaguardar su tecnología y evitar que caiga en manos de actores que podrían utilizarla para fines no deseados. Por otro lado, críticos de la política de EE.UU. sostienen que estas medidas son excesivas y que perjudican la economía global, creando barreras innecesarias en un mundo cada vez más interconectado.
El caso de la Nvidia RTX 4090 ilustra cómo las restricciones pueden afectar productos que son aparentemente benignos desde el punto de vista de la seguridad. Expertos en el sector de videojuegos y tecnología han cuestionado la lógica de restringir un producto ampliamente utilizado para el entretenimiento, argumentando que esto no solo afecta a los consumidores chinos sino también a la industria global de videojuegos.
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“Efecto cascada” en varias industrias
En cuanto a las cadenas de suministro, analistas económicos advierten que cualquier perturbación en el suministro de semiconductores puede tener efectos cascada en varias industrias, desde la fabricación de automóviles hasta los dispositivos electrónicos de consumo. La dependencia de múltiples sectores en los semiconductores hace que las tensiones entre EE.UU. y China no sean solo una cuestión de política comercial, sino un problema que podría afectar la economía global.
En última instancia, la «guerra de semiconductores» entre Estados Unidos y China plantea preguntas fundamentales sobre la naturaleza de la competencia tecnológica en el siglo XXI. ¿Cómo pueden los países equilibrar la protección de sus intereses de seguridad nacional con la necesidad de cooperación internacional y comercio libre? ¿Qué papel deben desempeñar las organizaciones internacionales en la resolución de estas tensiones? Y lo más importante, ¿cómo pueden las naciones evitar que las disputas tecnológicas se conviertan en barreras insuperables para el progreso y la cooperación global?
Mientras la «guerra de semiconductores» continúa, sus implicaciones van mucho más allá de la disputa entre dos naciones. Afecta a toda la economía mundial y plantea cuestiones críticas sobre el futuro de la tecnología y la cooperación internacional. Es un desafío que requiere una reflexión cuidadosa y, posiblemente, una reevaluación de cómo las naciones interactúan en la era digital.