Venezuela se prepara para celebrar unas elecciones regionales marcadas por la tensión política, las detenciones de líderes opositores y la creciente atención internacional. Pero en el trasfondo de la pugna interna por el poder, emerge un nuevo actor clave: China, cuya influencia económica y tecnológica se ha consolidado con fuerza, particularmente en Carabobo, el estado industrial por excelencia.
Carabobo: territorio clave para el oficialismo y para China
Ubicado en el corazón económico de Venezuela, Carabobo no solo es estratégico por su volumen electoral, sino también por ser sede del Complejo Petroquímico de Morón y del parque industrial de Valencia. Desde 2023, este estado ha visto un aumento significativo en inversiones chinas dirigidas a fortalecer el sector petroquímico y de manufactura pesada, en medio de sanciones occidentales y aislamiento financiero.

El respaldo del gigante asiático ha sido gestionado a través de convenios firmados entre Petroquímica de Venezuela (Pequiven) y empresas estatales chinas, como Sinopec, orientados a reactivar la producción y exportación de fertilizantes y plásticos industriales. Estas acciones forman parte del acuerdo bilateral consolidado durante la última visita de Delcy Rodríguez a Beijing, donde también se pactó cooperación tecnológica con Lenovo y Westwell para implementar inteligencia artificial en plantas venezolanas.
Un proceso electoral bajo sospecha y geopolítica
Mientras el gobierno de Nicolás Maduro busca consolidar su control territorial a través del voto, la detención de Juan Pablo Guanipa, aliado de María Corina Machado, y las restricciones impuestas a observadores electorales, han generado denuncias de represión y falta de transparencia.

La inclusión del Esequibo en las boletas, reclamada como parte del mapa electoral venezolano, ha provocado duras reacciones de Guyana. Su presidente, Irfaan Ali, calificó esta medida como “una amenaza directa” a la soberanía de su país.
Pero lo que más preocupa a Washington y Bruselas no es solo la represión interna, sino el reposicionamiento de China como socio estratégico de Caracas, en una zona geopolíticamente crítica. «Carabobo es ahora un enclave económico con sello asiático», advierte Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano. “Y eso no pasa desapercibido para Occidente”.
El voto como resistencia o resignación
Las encuestas reflejan apatía y abstención, especialmente entre sectores opositores. Pero para el chavismo, cada voto en Carabobo y Miranda representa un acto de reafirmación frente a las sanciones y al rechazo internacional. El oficialismo espera capitalizar no solo el control institucional, sino también las obras e inversiones extranjeras como “muestra de progreso”.

“Hay un claro intento de mostrar a China como garante de desarrollo”, comenta Luis Vicente León, presidente de Datanálisis. “El gobierno quiere que los votantes asocien infraestructura, energía y tecnología con estabilidad y lealtad”.