A 51 años del establecimiento de relaciones diplomáticas, Venezuela y China han ratificado su compromiso de profundizar una alianza estratégica que trasciende lo económico y lo energético, para proyectarse como un pacto geopolítico con resonancia global. En un contexto de creciente tensión internacional, esta conmemoración no es un acto simbólico más, sino la afirmación de un eje de poder en expansión.
Un aniversario que sella medio siglo de cooperación estratégica
El presidente Nicolás Maduro no escatimó en palabras al conmemorar los 51 años de relaciones diplomáticas entre Venezuela y la República Popular China. “Nuestro destino está unido al del gigante asiático en esta nueva era multipolar”, declaró durante un acto en Caracas. Su homólogo chino, Xi Jinping, respondió con un mensaje de apoyo, afirmando que “China está dispuesta a trabajar con Venezuela para elevar la relación a nuevos niveles”.
Este vínculo no es reciente ni circunstancial: se remonta a 1974, bajo el mandato de Carlos Andrés Pérez. Desde entonces, más de 600 acuerdos han sido firmados entre ambos países, según datos del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores.
Energía, infraestructura y tecnología: el corazón de la alianza
La cooperación entre ambas naciones ha sido intensamente pragmática. La empresa estatal china CNPC participa activamente en la Faja Petrolífera del Orinoco, mientras gigantes tecnológicos como Huawei y ZTE han contribuido a la digitalización del país suramericano. Según Margaret Myers, directora del programa Asia y América Latina del Inter-American Dialogue, “la relación chino-venezolana es un ejemplo de diplomacia económica al más alto nivel, y Venezuela representa una plataforma clave para los intereses chinos en América Latina”.
En 2023, el comercio bilateral superó los 13 mil millones de dólares, según cifras del Consejo Chino para el Fomento del Comercio Internacional (CCPIT). Venezuela, por su parte, ha importado desde locomotoras hasta sistemas de monitoreo urbano, en una relación que, aunque desigual, ha permitido al país sortear sanciones internacionales.

Geopolítica de sobrevivencia: el eje Caracas-Pekín en el tablero global
Para el analista internacional Rafael Piñero, profesor de la Universidad Central de Venezuela, “esta relación responde a una necesidad estratégica de Caracas de sobrevivir al aislamiento impuesto por Occidente”. China, señala, obtiene a cambio influencia política en América Latina, acceso a materias primas y respaldo diplomático en foros internacionales como la ONU.
Ambos gobiernos comparten una visión común: un mundo multipolar donde la hegemonía de EE.UU. sea cuestionada. Venezuela, bajo sanciones de Washington, ha encontrado en China no solo un aliado comercial, sino un socio político para resistir presiones internacionales.
Ciencia, educación y cultura: nuevas dimensiones del acercamiento
El embajador chino en Caracas, Lan Hu, resaltó recientemente que “el futuro de las relaciones no solo será económico, sino también cultural”. Programas de intercambio académico, cooperación científica y financiamiento para infraestructura educativa han sido incorporados a los nuevos convenios.
Instituciones como la Universidad de Estudios Internacionales de Beijing y la Universidad Bolivariana de Venezuela han suscrito acuerdos que permitirán el intercambio de investigadores, becas y estudios conjuntos sobre desarrollo sostenible.

¿Una alianza sin límites o un vínculo de dependencia silenciosa?
Aunque la cooperación ha beneficiado a ambas partes, sectores críticos advierten de una creciente dependencia venezolana del financiamiento y la tecnología china. Según el economista Luis Oliveros, “la falta de diversificación en los aliados estratégicos puede convertirse en una debilidad estructural a largo plazo”.