La reciente decisión del gobierno del presidente Donald Trump de recortar drásticamente los fondos de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), que representa aproximadamente el 40 % de la financiación humanitaria mundial, ha encendido alarmas en el sistema internacional. Según un estudio liderado por expertos del Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud (IHME), estos recortes podrían provocar hasta 14 millones de muertes evitables en las próximas dos décadas si no se revierte la medida.
USAID: columna vertebral del desarrollo global
Desde su creación en 1961, la USAID ha sido pieza clave en la lucha contra enfermedades como el VIH/SIDA, la tuberculosis, el cólera y el paludismo, especialmente en África, América Latina y zonas vulnerables de Asia. Programas como PEPFAR o el Global Health Security Agenda han sido vitales para reducir la mortalidad infantil, mejorar el acceso a vacunas y fortalecer sistemas sanitarios.
En palabras de Dr. Christopher Murray, director del IHME, “estos recortes representan un colapso estructural de las cadenas de salud global que sostienen a más de mil millones de personas”. El impacto no se limita a pérdida de recursos: es una interrupción sistémica en la capacidad de respuesta ante pandemias, desnutrición, migración forzada y violencia estructural.

Impactos proyectados: del sur global al efecto dominó geopolítico
El informe del IHME alerta que los recortes podrían detener —e incluso revertir— dos décadas de progreso. En concreto:
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5 millones de muertes infantiles por falta de vacunación y control prenatal
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3.2 millones de mujeres afectadas por pérdida de servicios obstétricos y de planificación familiar
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4 millones de víctimas por enfermedades tropicales desatendidas
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Más de 1.8 millones de vidas comprometidas por falta de respuesta en crisis alimentarias y climáticas
Estos efectos podrían detonar crisis migratorias, brotes epidémicos y un resurgimiento de enfermedades eliminadas en países frágiles. La Dra. Agnes Binagwaho, ex ministra de Salud de Ruanda y actual profesora en Harvard, advierte que “una sola decisión desde Washington puede encender epidemias en tres continentes”.
Voces desde EE.UU. y el desconcierto global
El Secretario de Estado, Mike Pompeo, respaldó la decisión argumentando que la administración busca “redireccionar fondos hacia necesidades domésticas prioritarias”. Sin embargo, senadores republicanos como Susan Collins y Lindsey Graham han manifestado su oposición: “La seguridad nacional también se protege en Nigeria, Haití y Yemen”.
El Dr. Anthony Fauci, aún en funciones dentro del NIH, alertó que “la desaparición de USAID no solo pone en riesgo vidas ajenas; nos deja ciegos ante amenazas que cruzan fronteras sin pasaporte”.

¿Recortes o reconfiguración geopolítica?
Más allá del argumento económico, esta decisión refleja una nueva visión de la política exterior estadounidense. Al reducir su rol en salud global, EE.UU. abre terreno a potencias como China, que ha duplicado sus inversiones en programas médicos en África bajo el paraguas de su iniciativa Ruta de la Seda. Es decir, el vacío de USAID no será neutral, sino estratégicamente ocupado.
¿Está el mundo preparado para enfrentar las consecuencias de un retiro masivo de la ayuda humanitaria más influyente del planeta, justo cuando las amenazas sanitarias son más interconectadas que nunca?