En un nuevo y alarmante episodio de escalada regional, Israel confirmó haber llevado a cabo ataques aéreos dirigidos contra un cuartel paramilitar, una prisión de alta seguridad y rutas de acceso estratégicas a la planta nuclear subterránea de Fordo, ubicadas en Teherán, capital de Irán. Los bombardeos ocurrieron mientras el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Hossein Amir-Abdollahian, sostenía una reunión bilateral en Moscú con el presidente ruso Vladimir Putin. Este hecho, ampliamente cubierto por medios como The New York Times y Haaretz, marca una intensificación sin precedentes del conflicto entre Israel e Irán, justo cuando la comunidad internacional multiplica los llamados a la contención y al retorno al diálogo.
Objetivos del ataque: cuartel, prisión y planta nuclear
El ejército israelí confirmó mediante un portavoz militar que los ataques se dirigieron a:
Un cuartel paramilitar en las afueras de Teherán, supuestamente vinculado a la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC).
La prisión de Evin, conocida por albergar presos políticos y ser foco de denuncias por violaciones a los derechos humanos.
Las rutas de acceso a Fordo, una planta nuclear subterránea situada al sur de Teherán, donde Irán enriquece uranio a niveles que han sido objeto de preocupación internacional.
Según fuentes consultadas por The New York Times, se utilizaron misiles de precisión lanzados desde aviones no tripulados (UAV) operando fuera del espacio aéreo iraní, lo que sugiere un sofisticado nivel de planificación. A pesar de los bombardeos, no se han reportado daños críticos en la planta de Fordo, pero se registraron al menos 17 víctimas mortales, entre ellas cuatro miembros del IRGC, según informes de Al Arabiya.
Contexto diplomático: ataque durante reunión Irán-Rusia
La ofensiva coincidió con la visita del canciller iraní a Moscú, donde sostenía un encuentro clave con Vladimir Putin, en un intento por consolidar una alianza estratégica entre Irán y Rusia ante la creciente presión de Occidente.
Expertos como Ali Vaez, del International Crisis Group, consideran que el ataque podría tener un doble propósito: interrumpir el alineamiento geopolítico de Irán con Rusia y enviar un mensaje disuasorio al Kremlin. Según The Guardian, la delegación iraní abandonó abruptamente la reunión bilateral tras ser notificada de los ataques, lo que añade tensión al eje Moscú-Teherán.

Reacciones internacionales: de la condena a la alarma
La Unión Europea, a través del alto representante Josep Borrell, instó a una «desescalada inmediata» y pidió la convocatoria urgente del Consejo de Seguridad de la ONU. Estados Unidos, aunque no participó directamente en la operación, manifestó que “Israel tiene derecho a defenderse”, según declaraciones del Departamento de Estado.
La ONU advirtió que el ataque podría «desencadenar una reacción en cadena», especialmente si Irán decide responder de forma directa o a través de sus aliados regionales, como Hezbollah o grupos armados en Siria y Yemen.
Por su parte, el presidente iraní Ebrahim Raisi declaró que “toda agresión tendrá una respuesta devastadora”, aunque evitó anunciar medidas inmediatas, lo que sugiere que Teherán podría optar por una respuesta indirecta o diferida.
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El dilema nuclear: ¿riesgo de confrontación abierta?
Uno de los aspectos más preocupantes del ataque es su proximidad a instalaciones nucleares. Aunque Israel no ha confirmado que su objetivo principal fuera la planta de Fordo, analistas como David Albright, del Institute for Science and International Security, indican que:
“Golpear vías de acceso puede ser una advertencia calculada, sin cruzar todavía la línea roja de atacar una instalación nuclear directamente.”
Irán ha venido enriqueciendo uranio a más del 60 %, un nivel cercano al grado de uso militar, lo que ha encendido alarmas en Washington, Bruselas y Tel Aviv. La planta de Fordo, por estar bajo tierra, es difícil de alcanzar incluso con armamento de última generación, lo que añade una capa de complejidad al conflicto.